No puedo siquiera imaginarme la angustia, el terror que estarán pasando los padres y familiares de Ismael, Josué, Saúl, Steven; víctimas de un Estado fallido, de un gobierno incapaz que usa a los militares como grupos con caracterísicas paramilitares para dizque combatir a las mafias del narcotráfico. La profunda indignación ciudadana por su desaparición ha retumbado en todos los rincones del país, mientras el silencio cómplice y repulsivo que aun mantienen las autoridades, pese a “ofrecer todas las facilidades en la investigación”, nos recuerdan tiempos oscuros cuando altos mandos policiales taparon la desaparición de los hermanos Restrepo. ¿Dónde están? No hay explicación alguna que justifique esta criminal actuación de los militares, la desaparición de los cuatro niños es inaceptable y un golpe gravísimo a la credibilidad de esa institución y al Estado de Derecho; una cosa es la lucha contra la delincuencia y otra muy diferente es torturar y desaparecer niños. Las graves contradicciones en las declaraciones oficiales que pretenden presentarse como justificaciones, llenas de insensatez y con una ausencia total de empatía por el dolor de los padres de Ismael, Josué, Saúl, Steven debilita mucho más la ya quebrantada estructura social en la que vivimos. Ecuador clama y exige que los niños regresen con sus familias. ¡Vivos los queremos! (O)
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