Primero que nada, les envío un abrazo fraterno de Navidad, deseándoles que este 2025 se lo pasen bombis. Pero no las bombas de las bandas delictivas, claro está. Hablo de cumplir sus metas y sueños. Eso sí, pónganse pilas con la política, porque, como les decía, esta época será especialmente pestilente con las elecciones.
Y nadie me puede desmentir. Vean ustedes al mayorcito de Patiño, ese hombre rancio del correísmo. No perdió el tiempo y salió volando a politizar el dolor de los menores desaparecidos. Intentó copiar el estilo del insuperable José Delgado, usando momentos de tragedia para lanzarle dardos al Estado.
Así es como opera esta gente. Pescan a río revuelto. Todo lo convierten en un espectáculo político. ¡Todo! Realmente dan pena y lástima. Jugar con el dolor de una familia es una muestra clara de lo que son. Incluso el mismo alcalde de Guayaquil, un personaje particular, criticó en Twitter la babosada de su “compañerito”.
Esa es la clase política del Ecuador. ¿Y los más salados? El pueblo, que se ve obligado a elegir entre el hambre y la miseria de candidatos. En la papeleta toca escoger al que tiene menos juicios pendientes en su historial. Al final del día, todos están ahí para amamantarse de lo público.
Cuando Nobita presentó un proyecto de ley para dejar de financiar las fiestas de los partidos políticos, ahí sí entraron en crisis. Salieron a vociferar en medios diciendo que era un “atentado contra la democracia”. Yo no creo que sea tan mala idea. Si quieren ingresar a la política, que lo financien con su propia guita. Esos recursos que vayan a los más necesitados.
En fin, el 2025 se viene pepa, al menos en términos electorales. Pero ojo. No se peleen entre la llacta por políticos que solo ven en la gente un voto. Después, se hacen los desentendidos y jamás cumplen las promesas de campaña. Al final, siempre son las mismas élites que, cambiándose de camiseta, se aseguran unos cargazos y los grandes salarios. (O)