Ecuador ha vivido y sigue viviendo momentos muy difíciles al enfrentar diversas crisis: creciente inseguridad, caída en la producción petrolera, disminución del consumo y ventas, dificultades de acceso al crédito para la población y estancamiento del mercado laboral.
Se dejó de construir carreteras, hospitales, hidroeléctricas, escuelas, puertos y sistemas de riego. Si no hay inversión pública, las empresas privadas no son contratadas y por lo tanto, tampoco se genera empleo y además se reduce el consumo.
Sin embargo, todo esto nos está enseñando el valor de unirnos como sociedad, reflexionar sobre nuestras acciones individuales y colectivas y apreciar lo que tenemos. Aunque las adversidades nos pongan a prueba, siempre podemos encontrar luz en la solidaridad y la esperanza, porque juntos, con amor y esfuerzo, podemos superar cualquier obstáculo y construir un país más fuerte y humano.
A nuestros hijos, a los jóvenes, digámosles: ¡Nunca pierdan la esperanza! Las tormentas hacen a las personas más fuertes y no duran para siempre. Salir fortalecido de una situación adversa nos dará una gran ventaja para la siguiente. ¡Bendita la crisis que te hizo crecer, la caída que te hizo mirar al cielo, el problema que te hizo buscar a Dios!, repetía insistentemente el padre Pío de Pietrelcina.
¡No hay tiempo para malgastar! La vida es tan breve que no vale la pena perderla en dimes y diretes, disculpas y resentimientos. Solo hay tiempo para amar, y tenemos poco hasta para eso. Por cierto los grandes bienes de la vida son gratis: abrazar, reír, los amigos, los besos, el amor y sobre todo, la familia.
Aunque parezca contradictorio, no les deseo que el 2025 les traiga felicidad. Mi deseo es que logren ser felices, sea cual sea la realidad que les toque vivir. Que la felicidad sea el camino, no la meta, y que venga de ustedes mismos, de su amor propio y de su aceptación de la realidad diaria. ¡La alegría está en la lucha, en el esfuerzo, en el sufrimiento que supone la lucha, y no en la victoria!, lo dice con toda razón el activista y maestro espiritual Mahatma Gandhi. (O)