Energía de las montañas

Nicanor Merchán Luco

Los esoteristas festejan el solsticio de invierno, que ocurre del 21 al 24 de diciembre, cuando el sol declina, al punto que sus rayos oblicuos dan apenas calor a nuestro hemisferio. Este fenómeno sobrenatural ofrece cambios, que siempre han sido admirados por los pueblos agrarios de la antigüedad. El solsticio de invierno en diciembre se produce cuando el sol se aleja de nuestro cenit y dirige sus rayos hacia el otro hemisferio. En esta misma fecha la cultura incásica festejaba cada año este acontecimiento, en el que el sol se encontraba a mayor distancia de la Tierra.

La energía de la Tierra se refiere a la energía renovable e inagotable que se obtiene del calor interno del planeta y se puede utilizar para producir electricidad o agua caliente. La energía llega a nuestro planeta en forma de radiación electromagnética que nos proporciona luz y calor. Sin embargo, aparte de esta energía física, los espiritualistas, monjes o shamanes hablan del gran espíritu de la Tierra, que es visto como una identidad divina. Algunas tribus se refieren al gran espíritu como el Padre, que encarna a la esencia de la vida con el de la naturaleza.

Esta creencia está profundamente entrelazada con las prácticas espirituales y las culturales de varias tribus primitivas o agrícolas, donde este gran espíritu es visto como una fuerza que guía en la administración de la tierra y sus lugares sagrados. Ellos le dan a la Tierra y a las montañas una virtud espiritual que se caracteriza por el amor, la comprensión y la humildad. La energía de la montaña entonces expresa una fuerza brutal y omnipotente, conceptualizada como un ser supremo o como un dios. También se le puede conocer como el espíritu de Dios, el espíritu del Señor o como el Espíritu Santo. En esta fecha que recién pasamos, la Tierra revive su espíritu. (O)

Dr. Nicanor Merchan Luco

Periodista. Licenciado en Humanidades. Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. Máster en Antropología del Desarrollo y Doctor en Arqueología. Se desempeña como director de El Mercurio. Escribe, principalmente, sobre temas ambientales.

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