El 2024 cierra con una importante conflictividad socioambiental que no debe ser descuidada, así como un incremento en actividades antrópicas que generan la contaminación del ecosistema.
Este año deja la importante lección que, los recursos naturales son fundamentales para el desarrollo de nuestras actividades diarias, la sequía hidrológica que afectó a gran parte del territorio nacional expuso lo frágiles que somos frente a la provisión del servicio de energía eléctrica, así como acerca de iniciar proyectos serios de protección de las fuentes de agua para garantizar su cantidad y calidad.
Sin embargo, pese a que en las calles y en los juzgados el debate se centra respecto a la explotación de minería metálica a mediana y gran escala, la realidad es que cientos de operaciones ilegales se realizan a diario en las principales cuencas y microcuencas del país, incluso en áreas que forman parte del Sistema Nacional de Áreas Protegidas, y pese a los esfuerzos que realizan guardaparques y pobladores, la violencia vinculada al crimen organizado hace que estas actividades sigan contaminando los ríos del Ecuador.
Otras luchas también se han librado en las unidades judiciales del país, entre ellas, resulta interesante el “Caso Mecheros”, en la cual niñas y jóvenes de la región amazónica exigen al Estado “apagar” los mecheros de los pozos petroleros, pues consideran que la quema de gas natural genera contaminantes nocivos, como monóxido de carbono (CO), dióxido de carbono (CO2), hollín, óxidos de nitrógeno (NOx), óxidos de azufre (SOx), compuestos orgánicos volátiles (COV), hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAPs), entre otros.
Y, por último, posterior a los incendios en gran parte de la región Sierra, existe un gran desafío relativo a la reparación y restauración de los ecosistemas afectados, como señalé en una columna previa, no solo hacen falta las buenas intenciones para reforestar, sino trabajar en conjunto con la academia y profesionales calificados para crear verdaderos programas integrales para la prevención, conservación y recuperación posterior.
Desde esta columna espero que estos desafíos ambientales sean atendidos en 2025 por parte de los distintos niveles de gobierno, así como con la colaboración del sector privado y la sociedad civil organizada. (O)