En los próximos días, los medios tradicionales comenzarán a inundarse de contenido electoral: videos, cuñas radiales, imágenes en periódicos y vallas que dominarán el paisaje durante todo el mes de enero. Si bien las estrategias de comunicación no se limitan a los medios, este despliegue marcará una diferencia frente a las demostraciones propagandísticas ya vistas en redes sociales. Hasta ahora, el esfuerzo de las 16 candidaturas ha sido desigual, y solo dos nombres han logrado captar la mayor atención del electorado: Luisa González (RC5) y Daniel Noboa (ADN). Entre ellos se reparte una buena proporción de la preferencia electoral, mientras que el 20% de indecisos será el principal objetivo de las campañas en estas semanas cruciales.
La conquista del voto comienza con el reconocimiento. En este aspecto, González y Noboa llevan ventaja sobre las otras 14 opciones. Sin embargo, el siguiente paso será dominar la conversación pública, encuadrando los temas de la campaña en términos que favorezcan sus plataformas electorales. Por ejemplo, hablar de la crisis energética o de la inseguridad, pero en los términos que refuercen la narrativa de cierta candidatura y compliquen la del oponente. Esto, aunque suena sencillo, requiere un mensaje político claro, coherente con la coyuntura y las necesidades de la ciudadanía, capaz de inspirar y movilizar a los votantes. Sin un propósito definido, las estrategias propagandísticas corren el riesgo de convertirse en ruido sin impacto real.
Para captar a los indecisos, que representan una fracción importante del electorado, las campañas deberán basarse en investigaciones profundas. Las razones detrás de la indecisión son variadas y complejas, desde el hartazgo con el ambiente de ataques hasta la intención de esperar los debates presidenciales para tomar una decisión informada. Estos debates, actos clave de comunicación electoral, pueden tener un impacto significativo, aunque más importante que lo que ocurra en el escenario será cómo se desarrolle la conversación posterior en redes sociales y otros medios.
El éxito de esta campaña no dependerá solo de las propuestas o de los mensajes que logren emocionar, sino también de la precisión estratégica para dirigirse al público correcto en el momento adecuado. Jóvenes y adultos jóvenes, especialmente activos en redes sociales, serán un grupo clave para determinar el resultado electoral. Al final, estas semanas de campaña serán decisivas no solo para movilizar a los votantes, sino también para evitar errores que puedan inclinar la balanza. La línea de partida está marcada, ahora será oficial esta carrera hacia el 9 de febrero. (O)