Cuando se dio paso a las elecciones del 9 de febrero del 2025 para los ciudadanos del Ecuador se abrió la puerta para iniciar un proceso real de cambio institucional que ya con las elecciones últimas en las que Daniel Noboa fue elegido presidente de la república a efecto de completar el período inconcluso de Guillermo Lasso por medio de las elecciones anticipadas que aquel convocó en aplicación del artículo 148 de la Constitución, se concreta el proceso imprescindible de la transformación del sistema vigente que debe depurarse de los absurdos normativos que confunden la función esencial del Estado de Derecho que se concreta en la aplicación irrestricta de la Justicia y confianza ciudadana porque sus derechos son garantizados con el fiel cumplimiento de los deberes correlativos. Un estado de paz, trabajo y libertad, que a todos en el imperio de la ley nos rige.
Pero, recordemos que el 9 de agosto de 2023 se cometió el magnicidio del candidato presidencial Fernando Villavicencio cuyos autores intelectuales siguen en la impunidad. Y, si a ello sumamos la expansión delincuencial, el infame secuestro y asesinato de los niños de las Malvinas, delito atroz que estremece la conciencia nacional, a más de la constancia de cárceles convertidas en fortines del crimen organizado y con el agravante insólito de funciones del estado contaminadas por la narcopolítica, tenemos el cuadro patético del estado fallido que debemos erradicar de raíz para recuperar el Estado de Derecho
Factores convergentes para la expansión delincuencial son las mal concebidas garantías de las Personas Privadas de Libertad, en otros términos, los delincuentes, cuando lo que se debe asegurar con absoluta eficacia es a los titulares de los bienes jurídicos de la vida, la seguridad jurídica, el trabajo y la propiedad. Tal objetivo, se logrará solamente con una nueva CONSTITUCIÓN que garantice realmente la vigencia de los principios y valores de la Soberanía Nacional concebida en la real vigencia de la dignidad humana. (O)