Vivimos en una sociedad que está caracterizada por una relación constante entre individuos en diversos ámbitos, donde la poca empatía emerge continuamente. En ese entorno, la inteligencia asertiva se convierte en una herramienta fundamental para fomentar la convivencia armónica, basada en una comunicación respetuosa a los derechos propios y a los de los demás.
La inteligencia asertiva, definida como la habilidad para expresar pensamientos, emociones y necesidades de manera clara y respetuosa, se convierte en un pilar esencial en el desarrollo de una convivencia saludable. El saber utilizar de manera efectiva la inteligencia asertiva, nos lleva a minimizar los conflictos interpersonales, ya que se basa en un enfoque equilibrado que evita tanto la agresividad como la pasividad.
Cuando las personas son capaces de expresar sus ideas y emociones de manera clara y directa, se reduce la posibilidad de malentendidos y resentimientos. Fomentar este tipo de comunicación fomenta un clima de confianza y respeto mutuo, ya que esta seguridad emocional no solo beneficia al individuo, sino que también tiene un efecto positivo en su entorno, ya que promueve relaciones más equilibradas y satisfactorias.
Sin embargo, la inteligencia asertiva no es una habilidad innata, sino que requiere aprendizaje y práctica constante; una de ellas es la práctica de la escucha activa. Es responsabilidad de cada uno de nosotros capacitarnos en habilidades asertivas para mejorar las relaciones interpersonales y reducir los niveles de estrés.
Por lo tanto, en un mundo donde las interacciones humanas son inevitables, el desarrollo de este tipo de capacidades, incluso desde edades tempranas, contribuirá a la construcción de una sociedad más empática y respetuosa, garantizando así una convivencia más armónica y productiva. (O)