El hombre ha demostrado que es pasmosamente fecundo en recursos e inventiva en el plano de la técnica, pero estéril en el plano de la política.
El liderazgo de una auténtica autoridad democrática, no debe dirigirse en contra de un enemigo, sino a favor de todos los individuos o grupos que conforman la sociedad, éstos deben ser conducidos al progreso material y espiritual, orientados por un marco legal de, respeto, honestidad, justicia y equidad.
La misión principal de un gobernante democrático entre otras, es la de asegurar, que exista armonía y satisfacción equitativa, entre las necesidades y exigencias de muchos grupos y de cada ciudadano.
Idealmente el poder debería emplearse de manera tal, que refleje la voluntad de todos los miembros de la sociedad.
Uno de los desafíos más grandes de los ecuatorianos es llegar a una auténtica reforma política. Si vivimos en democracia y queremos hacer las cosas de acuerdo a la ley, entonces se supone que los mejores deberían estar haciendo las leyes.
Me pregunto: ¿Quiénes son en realidad los candidatos? ¿cómo son los partidos políticos?. No entiendo cómo en un país de apenas 18 millones de habitantes tenga 780 organizaciones políticas habilitadas para las elecciones del 2025, 16 binomios presidenciales y dos mil candidatos a la Asamblea nacional. Si uno mira la cifra, podría decir qué es una sociedad interesante, democrática, y plural…pero lo que hay detrás de eso, no es más que una forma de usar la democracia para atender a un millón de INTERESES PARTICULARES.
Se dice: hay que estar en la política para cuidarse las espaldas por los pecados que hemos cometido. Hay que estar en la política para ascender socialmente, para pagar las deudas y tener más dinero. Pero en ninguna parte se dice que hay que estar en la política para cambiar al país, para propender a la equidad.
La reforma política es la tarea más importante que tiene que hacer el Ecuador, porque con ella mejorarán: la educación, la salud, el medio ambiente, la producción etc. La reforma nos conduce al tema de los partidos, cómo hacemos para ponerles reglas para que sus altas dignidades en la Asamblea no estén involucradas en corruptelas, como hemos visto bella y porcinamente en más de una década.
En la Asamblea se desnudan las fragilidades del país, todas estas cosas poco éticas y poco democráticas de nuestra sociedad. Los ciudadanos estamos obligados a votar, pero no obligamos a los partidos a que sean responsables de la democracia.
ES HORA DE QUE SE PURIFIQUE LA ACTIVIDAD POLÍTICA, y se vuelva a ubicar en el pedestal que le corresponde, como actividad noble y de servicio. Considero que, sólo de esta forma se podrá rescatar a nuestro Ecuador del abismo, la división y la corrupción en la que nos encontramos inmersos. (O)