Una creciente indignación ciudadana crece en el país por el constante y desvergonzado irrespeto a las leyes y a la Constitución, en claro atentado al orden democrático y al estado de derecho. El pueblo vota por una vicepresidenta y el presidente “a dedo” nombra a quien le da la gana; el pueblo vota para no explotar el Yasuní y el presidente sigue explotando el petróleo; el pueblo vota en favor de la prohibición de la minería y el gobierno pretende dar paso a la explotación minera. ¿Cómo se llama a quien no obedece las decisiones del pueblo y convierte a la Constitución en un catálogo de leyes a la carta? ¿Cómo se nombra a quien amenaza de manera pública a una Jueza Constitucional, en directa interferencia a la independencia de la Función Judicial? El señor Noboa, un rato candidato y otro presidente, no ha hecho más que jugar con fuego, con la dignidad y la paciencia del pueblo e instalar un gobierno militar que ha exacerbado la profunda crisis multisistémica que vivimos, a más de incrementar la tensión social en medio de un proceso electoral que provoca más dudas que certezas sobre la imparcialidad de sus autoridades que están de “brazos cruzados”, mientras la democracia ecuatoriana se resquebraja por el desvergonzado abuso del poder. Defender la democracia es un deber, no una elección. (O)
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