No han pasado ni diez días desde que arrancó la campaña electoral, y algunas estrategias de ciertos candidatos son una auténtica desgracia. ¿Por qué nos merecemos esto? Videos de «políticos» volando sobre un caballo, tapando baches con una pala, teletransportándose o bailando canciones de moda. Cada año, la calidad de estos sujetos es más deprimente.
Las campañas electorales han cambiado por completo. Antes, había debates de calidad. La gente dejaba todo lo que estaba haciendo para escuchar, con atención, los planes de los candidatos para mejorar la situación del país. Y no cualquier pavada que se les ocurriera en el momento. Hablaban con datos, con estadísticas. ¡No es tan difícil!
Sería absurdo pedir a los candidatos que ignoren las nuevas plataformas. Las redes sociales permiten conectar con miles de personas a un costo mucho más bajo. Sin embargo, estar en esos espacios no significa publicar cualquier ocurrencia a la espera de ganar votos. Si piensan que eso funciona, déjenme decirles que van directo al hueco. Salir del ridículo no es tarea sencilla.
Seamos sinceros. Ningún personaje tiene súper poderes ni va a resolver todos los problemas del país con un simple plumazo. Dejemos de creernos esos cuentos chinos. No intenten vernos la cara de burros, por no decir otra cosa. Usar zapatos rojos, gafas turquesas o gorras con frases ocurridas no los convierte en líderes de primera. Luego son los mismos que, en la Asamblea Nacional, celebran el Día de la Fritada o el Día de la Horchata.
El camino es largo. Faltan más de 30 días en los que seremos testigos de las burradas y disparates de los candidatos. Aquí, el que menos se equivoque, gana. Así que, ¡pilas! Eso sí, esperemos que esta campaña no termine con políticos asesinados. Lo que debería ser una fiesta democrática se ha convertido en un festival de bala y plomo.
No nos hagamos los desentendidos. Es bien sabido que las bandas de narcotraficantes financian partidos políticos a cambio de operar sin trabas. Al final, todos felices y contentos. (O)