Se suele -indebidamente- pensar que hay democracia en tanto existan elecciones. Los ciudadanos vayan a las urnas, voten por el que toca votar (dicen el menos malo) y la vida continúe.
Error. El sufragio es exclusivamente una de las tantas dimensiones de un sistema democrático. No la única. Menos el inicio y final. A la democracia se la divide como sistema, otros, como forma de Estado en la relación aparato estatal y personas; en concreto implica el reconocimiento de una serie de acciones y no intervenciones, con la finalidad de garantizar mínimos de libertad, igualdad y acceso a información.
La garantía democrática supone la comprensión en la diversidad. Entonces, si el Estado se convierte en un espacio en donde el consenso debe ser la regla, y el disenso está prohibido, o lo que es peor sea perseguido, inhabilitaría a sostener que estamos en un Estado democrático. La diversidad reconocida, la apertura a disímiles formas de organización y comprensión; la defensa a la República y al orden constitucional irrestrictamente -sin cálculos o afectos-; es parte sustancial de una vida en democracia. Mientras mayor es el rango de respeto a las leyes y jueces, mayor es el rango de un talante democrático. Es recíproco. La República a la democracia, como la democracia a la República.
Las heridas a la democracia, se cura con más democracia. El desorden con más orden. La ruptura del orden constitucional, con inmediata reconducción hacia el restablecimiento constitucional. Por ejemplo, hay que comprender que la amenaza o uso de la fuerza para imponer una tesis por sobre el ordenamiento jurídico, no es democracia.
Y hay que tener mucho cuidado con el estiramiento conceptual. Es decir, cuando existen regímenes en tensión con los principios democráticos y respeto al ordenamiento jurídico, que buscan tildarse de regímenes valientes. Cuidado. Descansa ahí el problema por un abandono a mínimas categorías y la apertura a fórmulas peligrosísimas y lesivas.
Hay regímenes autoritarios y otros híbridos. Que no son democráticos. Pero Morlino sostiene que el umbral mínimo de un régimen democrático es la coexistencia de: elecciones libres, competitivas y recurrentes (sin órganos de control amañados o en conflicto de interés); respeto al ordenamiento jurídico; vigencia de más de un partido político institucionalizado (no maquinarias electorales u organizaciones de temporada); existencia de fuentes de información diferentes y alternativas; y, sufragio universal de la población adulta.
Vio. Necesitábamos este urgente recorderis. (O)
@jchalco