Atraídos por las luces de los reflectores de la Catedral y las instaladas en el parque Calderón con motivo de la Navidad, miles de “mashos” coparon las paredes del templo católico, los árboles, techos de los portales, y hasta se chocaban con los transeúntes distraídos, con mayor razón con aquellos que caminan chatea que chatea, o hacen “cola” en el Raymipampa o en los confesionarios.
Años y años que no se veía a estas mariposas nocturnas, revoloteadoras incansables, de color marrón, con unos ojazos y unas antenazas, y que, según los entendidos, disminuyen a medida que se reproducen y mueren. ¡Tanto así la ironía de la naturaleza!
¡Qué sería si esa fuera la suerte del ser humano! No pues que se aparezca a los “mashos”, sino que se muera tan pronto como engendra.
Su súbita y masiva presencia, seguro que causó toda clase de conjeturas, en especial entre los supersticiosos.
Cuántos no se santiguarían con solo ver a cientos de “mashos” pegados en los calicantos de la Catedral, como creyendo que son los políticos voladores o se metamorfosearon como Gregor Samsa, de Kafka, o que son los “mashos” abandonados de las viudas del año que se fue.
Hablando de “mashos”, tengo algunos amigos que los apodaron “Mashos”, no por feos, aunque parece que por eso mismo fue. Unos aceptan que se los digan y se enojan cuando se los llama por el nombre propio. A otros les gusta “mashomenos”; otros nos quieren caer encima.
Hablando de “mashomenos”, ¿habrá algún presidenciable “mashomenos”, no tanto por el físico, porque algunos son “mashos” perfectos, sino porque algo, algo tendrán como para ir a revoletear en Carondelet?
Entre los aspirantes a la Asamblea, ¿habrá algunos “mashomenos”, algunas “mashomenas”, que no vayan a hacer de este recinto otra cueva de “mashos” y “mashas”, a más de la existente?
A más de “mashos”, también nos enteramos de la existencia de posibles pipones en el municipio que, al contrario de estas mariposas, chupan dólares sin trabajar.
Según los contratos con IVA incluido, contrario a los “mashos”, deben andar revoloteando de un lado a otro. Pero, ¡qué va! Dizque son sedentarios.
Quienes los detectaron dicen que para justificar su trabajo y poder cobrar, les plagian fotos e informes. Con eso demuestran a sus jefes que están, pero no están. Es que, en el fondo, se llevan la torta sin organizar la fiesta. El uno, asoma nomás cual “masho” en la Catedral. Al otro, no lo ven ni en pelea de “mashos”. Y por eso los llaman fantasmas e invisibles.
Esta “mashopiponería” ha sacado de casillas al cascarrabias, seguramente sus “mashopanas”. ¿Quieren “mash”? (O)