Desde que la gran mayoría de Estados, incluyendo Ecuador, reconocieron a Edmundo González como el presidente electo de Venezuela luego de derrotar generosamente a Maduro, los correístas no han asomado ni la nariz para manifestarse sobre el fraude ocurrido bajo la narcodictadura venezolana. Esto no hace sino demostrar la identificación y deuda que mantiene este movimiento político con el proyecto chavista. Desde que se estableció la dictadura, empezó el éxodo venezolano; y dentro de este contexto, es impresentable el apoyo que el correísmo ofrece a Maduro.
En esta campaña han pretendido distanciarse de lo que sucede en Venezuela. Sin embargo, su líder fue uno de los primeros en saludar el fraude que hoy es censurado por casi todas las democracias del mundo. Sentirse con la obligación de defender a una narcodictadura por carecer de la libertad de conciencia para juzgarla por los pactos que se ha hecho con ella, debe producir mucha impotencia a los que todavía tienen un vestigio de dignidad. El incuestionable triunfo de Edmundo González obligó a que algunos miembros del Grupo de Puebla, como Lula, critique a Maduro y lo señale como un dictador.
Más allá de que varios de sus compañeritos políticos se encuentran en calidad de prófugos y protegidos por el régimen dictatorial, es primordial que se exija a Luisa González, como candidata presidencial, que opine públicamente sobre lo que acontece políticamente en Venezuela.
El general Alexander Levoyer, quien fue jefe de Operaciones de las Fuerzas Armadas durante el principio del conflicto armado interno, expresó sin titubear: “Si un partido aliado a los narcos gana la presidencia, la guerra interna puede durar 20 años”. Avisados estamos. El régimen chavista se apoyó siempre en el crimen organizado y en las bandas delictivas de las cárceles. Actúan en contubernio fusionando el control del territorio, las ganancias extraordinarias que se originan en el tráfico de drogas, la minería ilegal, la violencia del Estado hacia los opositores y el contrabando de gasolina. (O)
