¿Qué es el esperpento?

Nuestra política es grotesca. No solo eso, también es escabrosa. O sea, es una mezcla entre lo ridículo o caricaturesco y lo peligroso, indecente y obsceno. En otras palabras, un esperpento. Con razón, en el argot popular dicen que la política no es más que un “mal chiste”. Sobre ese mal chiste, se rompen la cabeza los estrategas políticos, no para mejorar, de ninguna manera, sino para jugar en esos términos, porque lo ético no vende, y de lo que se trata, a la sazón de los fundamentos de la cultura neoliberal, es que una persona, o un candidato/a se venda. Por supuesto, uno no se vende gratis, el objetivo del marketing es el lucro, lo mismo que el objetivo del marketing político, una distorsión comunicativa que no solo reemplaza las capacidades humanas reales por sustitutos imaginarios, sino que instala una forma de entender el acceso a la administración de los bienes públicos y la defensa del interés común, a través del ridículo y la decadencia. Y no podemos acusarles de publicidad engañosa, -cuando no lo hacen-, porque no son productos convencionales, aunque pretendan serlo, y porque sencillamente no existe una instancia que califique y censure la indecencia del ridículo o la mentira sistemática. El marketing político es la inteligencia puesta al servicio del absurdo, no hay escándalo que no logre ser apropiado, ni defecto que no logre ser reutilizado, convierte en una feria lo que debiera ser motivo de tristeza, porque al fin y al cabo no existen buenas alternativas, lo único que existe es el maquillaje de lo mismo. (O)

Dr. Sebastián Endara

Ph.D. Quito, 1978. Ensayista, poeta, docente universitario. Especialista en Pedagogía política y pensamiento social. Editor en Jefe de las revistas científicas de la Universidad Católica de Cuenca.

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