Muchos hemos sentido esa sensación de caída libre después de un error, como si el mundo nos recordara que somos humanos de la forma más humillante posible. En su libro Designing Your Life, Bill Burnett y Dave Evans dedican un capítulo completo a la “inmunidad al fracaso”, un concepto que redefine nuestra relación con los tropiezos y nos invita a utilizarlos como una herramienta para construir una mejor vida.
Primero, aceptemos una verdad incómoda: vamos a fallar. No una, sino muchas veces. El fracaso, explican los autores, no es algo que simplemente sucede; es parte del proceso de aprendizaje continuo. En lugar de verlo como un final, deberíamos considerarlo como un paso necesario en el camino hacia el éxito. Para Burnett y Evans, la «inmunidad al fracaso» es la capacidad de enfrentar los errores sin que destruyan nuestra confianza o nos paralicen.
El primer paso para construir esta inmunidad es practicar el reencuadre. Supongamos que intentamos aprender a cocinar y terminamos con un desastre incomible. El enfoque tradicional diría: “Soy un fracaso en la cocina”. Pero el reencuadre dice: “Ahora sé que el pollo necesita estar completamente descongelado antes de freírlo.” En lugar de etiquetar una experiencia como un fracaso absoluto, podemos analizar qué salió mal, qué se aprendió y cómo podemos rediseñar nuestro próximo intento.
Otro consejo de los autores es no confundir nuestros fracasos con nuestra identidad. No hagamos que cualquier error se sienta como un golpe a nuestra valía personal, tengamos claro que la vida es un proceso de aprendizaje continuo en el que fallaremos muchas veces, y que precisamente de esos errores aprenderemos para no repetirlos, así es que, si caemos siete veces, nos levantamos ocho. (O)
@ceciliaugalde