Arenas movedizas

@andresmartmos

El segundo período de Donald Trump como 47.º presidente de los Estados Unidos marca un punto de inflexión en la política interna, así como en la geopolítica mundial. Pues, a diferencia de su primer mandato (2017-2021), llega con mayor experiencia, con un equipo de funcionarios fiel a sus principios, y sobre todo conoce a profundidad el poder que puede ejercer desde la Casa Blanca.

Desde su posesión, el pasado 20 de enero de 2025, parecería que no existe tema crítico que no ha sido afrontado desde su posición que puede ser calificada como “políticamente incorrecta”, muestra de ello son sus decisiones en materia ambiental, como las relativas a la denuncia del Tratado de París (Acuerdo Climático), la autorización para el uso del “fracking”, así como la desregularización relativa a la obtención de permisos ambientales.

Mientras que, a nivel global, han sido polémicas sus declaraciones relativas a su interés de anexión de Groenlandia, así como la reversión de la administración del Canal de Panamá. Y si bien es cierto, este tipo de declaraciones parecerían meros comentarios o intentos por sobresalir, Trump tiene una real agenda con sus declaraciones, pues en el primer caso, busca no solo una posición geoestratégica para repeler posibles ataques rusos, sino aprovecharse de los importantes recursos naturales de esta enorme isla; por su parte, la polémica desatada con el país centroamericano, se fundamenta en la supuesta intervención y control que pudiese tener su principal enemigo comercial, China.

No obstante, su política migratoria ha desatado críticas, tanto por las medidas adoptadas relativas a detención de personas en situación irregular, así como el revocar la obtención de la nacionalidad estadounidense a los hijos de migrantes. Este último fin de semana la tensión subió, a consecuencia de los vuelos masivos de inmigrantes deportados que fueron trasladados a distintos países latinoamericanos.

Sin embargo, la polémica estalló con el caso de Colombia. Pues, pese a haberse coordinado un vuelo de repatriación de cientos de inmigrantes. El presidente Petro cambió de opinión y se negó a recibir a sus compatriotas, pues a su criterio las formas como estos eran transportados suponía un atentado a su dignidad.

La respuesta desde Washington no se hizo esperar, con importantes sanciones comerciales (aranceles de más del 25%), así como sobre documentos de viaje (visados). En lugar de buscar un acuerdo diplomático, Petro arremetió con medidas de respuesta, así como declaraciones políticas fundamentadas en discursos nacionalistas y contrahegemónicos.

Desde la llegada de Trump, mantener las relaciones internacionales entre los Estados será una cuestión de supervivencia sobre arenas movedizas, donde los gobernantes deberán privilegiar el interés de sus ciudadanos, sobre sus posiciones ideológicas o políticas. (O)

Dr. Andrés Martínez

PhD en Estudios Políticos y Constitucionales por la Universidad de Alicante. Jurista de profesión. Director del Instituto de Investigaciones del Colegio de Jurisprudencia de la Universidad San Francisco de Quito.

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