Como que los azuayos vamos perdiendo acaso una batalla, vamos siendo cada vez más conformistas y aceptando nuevas promesas y engaños de un nefasto centralismo. Como que nuestros representantes morlacos van a Quito únicamente para completar el círculo rosado, y lo más interesante, como que aprendieron a justificar lo injustificable, y a perder hasta la identidad rebelde y altiva de los morlacos.
No se puede explicar, de otra manera, que el “Chaquiñán” (americanismo: camino estrecho generalmente formado por el paso continuo de personas o animales), en que se ha convertido la vía que conduce principalmente desde Girón hasta Santa Isabel, se siga deteriorándose, generando frecuentes daños en los vehículos, accidentes de tránsito y muertes que no deben darse, cuando existen compromisos y responsabilidades.
No existe justificación alguna para tanto abandono, ante un problema que se genera desde hace algunos años, cuando se puso pavimento rígido en la vía y se construyó justamente en las zonas con fallas geológicas, que lo debían conocer los técnicos; es que, en aquellos tiempos lo prioritario era vender la imagen de un Gobierno que trabajó independientemente de la eficacia y eficiencia. Lo más preocupante, es que no se pensó en el futuro, se siguió con la política de la propaganda y del asistencialismo, hasta que se llegó a entregar la obra como un regalo: “que no se debía pagar peaje o afines”.
Así está la historia, no hubo ni hay mantenimiento y la destrucción continúa haciendo de la vía un peligroso “chaquiñán”. Empero, ya pocos reclaman, pocos alzan las voces, porque los políticos y sus servidores están “ocupados” en las elecciones. Y, hasta los famosos y antes revoltosos sindicatos de choferes, se tornan mudos, ciegos y sordos, porque esperan acaso más y nuevas concesiones para el sector.
Son cansinas y repetitivas estas notas, pero, a pesar de todo, es cierto y comprobable para vergüenza de propios y extraños e insensatez de los políticos, por ello, es prioritario que los candidatos no ofrezcan lo incumplible. Seamos realistas y más bien sumemos voluntades, porque nunca es tarde. ¡Verdades que duelen! (O)