Dignidad

@avilanieto

A mis 15 años viajé con mis padres a Estados Unidos. Viví un año viéndolos trabajar hasta en tres turnos para pagar las deudas que agobiaban la economía familiar. Canté con ellos en restaurantes latinos para redondear el ingreso del fin de semana. Ese año no solo aprendí inglés, también repartí periódicos y fui niñera mientras estudiaba en el colegio. Fue el año en que mis padres me dejaron la lección de mi vida: el trabajo da dignidad, no los papeles.

A los 22 años migramos con mi esposo y mi bebé a Chile para estudiar. Allí trabajé atendiendo a dos estudiantes, además de ocuparme de mi familia, para financiar mis propios estudios de posgrado. Las lecciones que mis padres, profesionales y emprendedores, me dejaron en casa eran firmes: el trabajo dignifica y abre oportunidades. En mi caso, estudiar.

A los 35 años migré otra vez para estudiar el doctorado. Mi esposo quedó en Ecuador con nuestros tres hijos. Viví el dolor de una madre al tener que dejar a sus hijos pequeños (la más chiquita de dos años) para ampliar mis conocimientos y promover una conversación distinta con mis estudiantes y mi comunidad. Fue una beca la que me sostuvo económicamente, pero fue el amor de mi familia y la protección de Jehová Dios lo que me dio fuerzas.

En todas mis historias como migrante, nunca me faltó dignidad. Quizá por ello entiendo la reacción de Petro, aunque le digan irresponsable, poco pragmático, que se disparó en el pie, etc. Su desafío es seguir dando dignidad a su pueblo, y debe saber que el trabajo, las oportunidades y el comercio dignifican, al igual que la soberanía y el buen trato a sus compatriotas. Ese es el reto para Colombia y su presidente.

Me imagino aquellos ecuatorianos deportados, ahora por las nuevas disposiciones de Trump. Un migrante sin papeles, vendrá despojado de todo, esposado, sin esperanzas. Si salió, fue precisamente por la falta de oportunidades. Le tocará regresar sin nada, a pesar de haber cruzado el peligroso Darién, enfrentado la incertidumbre en Centroamérica y alcanzado con esperanza el otro lado del río, solo para ver frustrada toda aspiración ante una política que, encima, fue aplaudida por su propio presidente. En eso no hay dignidad. (O)

Dra. Caroline Ávila

Académica. Doctora en Comunicación. Especialista en Comunicación Estratégica y Política con énfasis en Comunicación gubernamental. Analista académica, política y comunicacional a nivel nacional e internacional.

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