Lo impredecible de la naturaleza acabó con la vida de una niña de 7 y un niño de 4 años de edad, llenando, de súbito, de dolor a sus respectivas familias, amigos y compañeros de aula y profesores de la Unidad Educativa Antonio Ávila, donde estudiaba Bárbara Sofía T.M.
En el parque La Paz, de manera repentina un conjunto de tres árboles de eucalipto se desprendió de raíz. Cayeron sobre la humanidad de los infortunados menores.
El hecho conmocionó a toda Cuenca. Con mayor razón a los habitantes del barrio y a quienes estaban, a esa hora fatal, en el parque.
Ningún esfuerzo fue suficiente para salvar la vida del niño, muerto tan pronto fue llevado al hospital Vicente Corral Moscoso. La niña falleció en el sitio del accidente.
Aquellos son momentos de incertidumbre, de ofuscación. No solo se trata de encontrar culpables, sino de buscar explicaciones de por qué sucedió; de por qué, justo en ese instante, los menores caminaban o jugaban bajo los árboles.
La caída repentina de arbustos siempre ocurre en los parques, en las orillas de los ríos. Muchos de ellos, como los eucaliptos, tienen decenas y decenas de años de vida.
Dan belleza a la ciudad, purifican el aire, son el refugio de aves silvestres, dan sombra; pero, de pronto, pueden desprenderse de raíz, o romperse sus ramas, con mayor razón tras varios meses de sequía y luego las lluvias.
La EMAC ha podado y poda muchos arbustos tras analizar su estado, los potenciales peligros u obstaculización, por ejemplo de señales de tránsito, de las calles, o por estar cercanos a las viviendas.
Detectar el estado de sus raíces, en el caso de los eucaliptos a más de dos metros de profundidad, a lo mejor no es posible; pero se debe tratar encontrar algún método técnico para hacerlo, sin dejar de anotar la mala costumbre masculina de satisfacer sus necesidades urinarias en los troncos, cuya salinidad los afecta.
La solidaridad de toda la ciudad para con las familias de los menores fallecidos.
