Una de las características de la campaña electoral en marcha es el uso acrecentado de las llamadas “redes sociales” digitales; en las cuales más que argumentos racionales a favor o en contra de los candidatos presidenciales, lo que prima son reacciones emocionales o viscerales expresadas en insultos, agresiones verbales, ridiculizaciones, mofas, y otras expresiones de las bajas pasiones “humanas”, en contra del adversario político o del que piensa políticamente de manera diferente.
Junto a esas reacciones y conductas se hace una utilización profusa, o se comparten sin más, informaciones o noticias falsas elaboradas con el fin de desprestigiar y degradar al contendor político, o de provocar en los electores una sensación de incertidumbre o de miedo, frente a la posibilidad del triunfo de un determinado candidato.
Es decir, en general, no se apela a conseguir el apoyo electoral de la gente con base a argumentos a favor o en contra de lo que realmente exponen los candidatos, como programas económicos o sociales; sino con base a usar falsedades, prejuicios, resentimientos y odios. Odios que llevan a un fanatismo basado en ideas políticas que, al igual que las ideas religiosas y según algunos neurocientíficos, son las más difíciles de cambiar con argumentos racionales.
Se trata de una conducta que daría cuenta de que la cultura política predominante en Ecuador tiende a ser cada vez más irracional y autoritaria y, por ende, menos racional y menos democrática; amén de estar nutrida por un gran analfabetismo político, cuya expresión por ejemplo sería el reiterado uso, con un significado totalmente equivocado, de conceptos como populismo, neoliberalismo, socialismo, etc.
Lamentablemente a ese tipo de cultura política contribuirían conductores de ciertos “programas de opinión” que, realizados sobre todo en medios de comunicación nacionales, no hacen gala precisamente de objetividad y pluralismo (requisitos claves para una prensa libre e independiente, y por lo tanto democrática), sino que de manera abierta expresan su apoyo a un candidato presidencial y su animadversión a otro.
Ojalá algún día se posible, en Ecuador, elevar el nivel del debate político y hacer realidad una sociedad donde prime el respeto y el diálogo democrático. (O)