En una entrevista al nuevo Cardenal del Ecuador, Mons. Luis G. Cabrera, se le preguntó cómo veía la situación actual del país. Su respuesta fue: “lamentablemente, crítica”. Pero no se quedó en ello. Con vivo optimismo llamó a todos, especialmente a los políticos aspirantes y a los que detentan actualmente el poder, a mirar más allá de sus intereses y tomar conciencia de lo que implica su responsabilidad frente a los retos que plantea la sociedad ¾Es apremiante una “EVANGELIZACIÓN DEL PODER” dijo¾, y esta frase me llamó la atención por las implicaciones que tiene.
¿Qué es la evangelización del poder? Es un mensaje que busca redirigir la naturaleza del poder hacia un servicio auténtico y transformador. Se basa en la noción de que cada individuo actúe con honestidad para generar impacto positivo, trascender las ambiciones personales y abrazar un propósito más elevado: convertirse en agentes de justicia, equidad y bienestar común. En lugar de perpetuar sistemas que priorizan intereses personales o de élites, los políticos tienen la responsabilidad moral de encarnar un liderazgo que inspire confianza y promueva la participación activa de todos.
Actuar bajo los principios de la evangelización del poder significa: 1- Reconocer la dignidad inherente de cada persona, entendiendo que gobernar no es ejercer control, sino liberar el potencial de los ciudadanos. 2- Proporcionar herramientas y recursos que permitan a las personas ser actores del desarrollo. 3- Promover la justicia y la equidad, es decir, erradicar políticas que perpetúan la desigualdad y priorizar aquellas que reduzcan brechas sociales y económicas. 4- Fomentar el diálogo y la acción colectiva, creando espacios donde las voces de todos puedan ser escuchadas y convertir esas ideas en acciones concretas.
¿Cómo ha de vivirse la evangelización del poder? La evangelización del poder no es un concepto abstracto, sino un conjunto de acciones tangibles, como: Inspirar a través del ejemplo. Generar mutuo apoyo entre ciudadanos, instituciones educativas y gobiernos locales para trabajar en objetivos compartidos, y promover una educación integral que fomente la conciencia social y ética. Der igual manera, implica actuar con transparencia y responsabilidad. La confianza se gana demostrando que el poder se utiliza para construir y no para dividir.
Ahora que se avecinan elecciones, es urgente de que los líderes dejen de buscar el poder por el poder y se conviertan en faros de transformación. Pero también que nosotros, como sociedad, demandemos y respaldemos líderes comprometidos con esta visión. (O)