Todo sirve en el camino

Bridget Gibbs Andrade

¿Sabían que la maestra de Beethoven solía decirle que no tenía un futuro como compositor? ¿O que Walt Disney fue despedido de un periódico por carecer de buenas ideas y de una imaginación creativa, y que estuvo en bancarrota algunas veces antes de construir Disneylandia? ¿O que doce casas editoras rechazaron publicar el primer libro de “Harry Potter” y dieciocho editoriales hicieron lo mismo con el libro “Juan Salvador Gaviota”?

Los triunfadores tienen un común denominador: usan sus fracasos para aprender de ellos y seguir adelante con más fuerza. Un proverbio japonés reza que el éxito depende de lo que se hace en el tercer y en el cuarto intento. Todos hemos experimentado el fracaso y lo que este duele en algún momento de nuestras vidas. Estas experiencias nos pueden dejar extremadamente sensibles y reacios a revivirlas. Incluso nos pueden inmovilizar por un tiempo determinado en el que procuramos evitar enfrentar nuevamente situaciones que impliquen un riesgo de volver a frustrarnos.

Sin embargo, ¿quién no ha fracasado alguna vez en la vida? Creo que nadie. Entre más exitosa es una persona, más alto es y ha sido su riesgo de caer y levantarse.

En mi niñez leí algo que me gustó mucho sobre el poder de la mente. Me acuerdo de ello con frecuencia, quizá por la sencillez del relato y los dibujos explicativos. Decía que tratáramos de imaginar que dentro de la mente tenemos a dos duendes. En el lado derecho vive el que se llama señor Positivo. Este es amable, entusiasta y cuando lo dejamos salir nos llena de esperanza y optimismo, de un “yo sí puedo, lo hago muy bien”. En el lado izquierdo vive el que se llama señor Negativo. Él es más fuerte y poderoso y le encanta salir como ráfaga ante cualquier circunstancia. Es malencarado, pesimista y dominante y nos paraliza con sentimientos de miedo, de agresiones, de envidia y duda.

Nosotros decidimos a cuál de los dos le abrimos la puerta. Liberémonos de esos temores que solo existen en la mente y que sabotean nuestras oportunidades de triunfo como el miedo al rechazo, a no poder hacer algo o al qué dirán, que es el más frecuente. Echemos a andar nuestra imaginación para crear, para cambiar, para iniciar algo, para arriesgar y jugárnosla.

Cada paso que damos, cada decisión que tomamos, cada acción que llevamos a cabo nos acerca un poco más a nuestra meta. Porque al final, todo sirve en el camino. (O)

Lcda. Bridget Gibbs

Periodista y escritora. Norteamericana de nacimiento, pero cuencana de corazón. Radicada en Cuenca desde hace 45 años. Lleva una década colaborando con la página editorial de El Mercurio.

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