Muchos de los simpatizantes de los candidatos finalistas estaban seguros de ganar sin más. Aun así, no deben perder la esperanza a pesar de que sus expectativas no se cumplieron en la primera vuelta. No me imagino cómo estarán los seguidores de los otros candidatos que, dominados por el ego, se creían finalistas y ni siquiera obtuvieron el 1 % de votación.
Más allá del resultado electoral sobre el que soplan vientos fraudulentos pues la cabeza del CNE sigue comiendo de la mano de Correa, nos queda el sinsabor de que nuestros impuestos financiaron la participación de doce chimbadores que juntos no llegan ni al 4.50 % de los votos. ¿Qué espejito les mintió que eran simpáticos y presidenciables?
La gran mayoría de ecuatorianos que seguimos de cerca los resultados de las elecciones, nos preguntamos ¿qué pasó entre las 17h00 y 17h15? Las tendencias se aceptan cuando se mantienen, no cuando dan un giro de 180 grados en cuestión de minutos y casualmente con intermitencias en la página del CNE. Nos quedamos con la impresión de que Noboa ganó la primera vuelta en las urnas, y la perdió en el CNE. En los países donde residen nuestros migrantes el presidente triunfó ampliamente. Seguramente porque allá no pudieron meter mano.
No debe sorprendernos que Luisa haya ganado en las cárceles; si los correístas hicieron leyes solo para delincuentes. Además, el voto fanático correísta jamás ha superado el techo de aproximadamente el 30 %. Cuatro encuestadoras serias anunciaban por varias semanas que Noboa superaba a su rival con diez puntos. Incluso, auguraron que podría darse una sola vuelta. ¿Cómo es que las encuestas coincidieron con los resultados de los asambleístas y fallaron en los del presidente? Esto no tiene sentido. Aquí hay gato encerrado. En muchos recintos electorales se presentaron actas con más votos que los votantes registrados en las mesas. Se inflaron las cifras a favor de la muñeca de la mafia. Noboa debería ordenar a las FF.AA. y al mismo CNE que haga el conteo voto por voto.
“El verdadero enemigo del Ecuador no es solo el corrupto que roba, el narco que manda o la meretriz que vence su lealtad al mejor postor. El verdadero enemigo es el votante sin memoria, sin criterio y sin dignidad, que una y otra vez les entrega el poder.
Los ladrones no llegan solos, son elegidos. Los criminales gobiernan porque la ignorancia les concede el trono. Ecuador no se hunde solo por la corrupción, sino por una ciudadanía que prefiere la mentira cómoda a la verdad incómoda.
Sin razón, sin conciencia y sin exigencia, el voto se vuelve un arma suicida. Y mientras sigan eligiendo verdugos, el país seguirá condenado a la miseria”. Carlos Acosta. (O)