“No hay primera sin segunda…

…dijo Mincho Calandraca, y aquí está”, es parte de la letra de la canción “Son tus perjúmenes mujer” del artista nicaraguense Carlos Mejía Godoy y su grupo “Los del Palacaguina”, que me permito traerles hoy como un simil de la segunda vuelta electoral que estamos viviendo en el Ecuador. Aunque para nosotros, que estamos acostumbrados a vivir en elecciones, con segundas vueltas y con doña Atamaint y todo, la frase de la canción ya nos debe resultar un “lugar común”.

Aunque ahora, dados los porcentajes de las votaciones de las dos candidaturas finalistas, como que los ánimos se encuentran encrespados, a diferencia de otras segundas vueltas. Como que han aumentado las susceptibilidades. Cada quién anda más resentido que otro. Más “irquimisi”, más llorón, más “guaguashimi”. Y claro, como suele pasar en medio de estas circunstancias y desavenencias, los roces y discusiones intrascendentes copan el ambiente político y los problemas de fondo pasan a engrosar las filas de la postergación y la espera. Yo, por ejemplo, y disculpándome de los polítólogos, de los “campañólogos” y más “logos” de turno, ya sé quién va a ganar la segunda vuelta, pero no lo puedo hacer público porque enseguidita han de decir “que me estoy haciendo”, corro el riesgo de ser acusado ante el TCE por publicar cifras electorales sin ser una empresa calificada para ello o, finalmente, demandado por violencia de género.

Claro que hay algunas posiciones que ya las sabemos y que solo habrá que tenerlas presentes, nada más, como por ejemplo aquella declarada paladinamente por el correísmo como una prioridad, en caso de llegar a la presidencia de la república, y que consiste en el salvoconducto para que Glas salga del país y, amnistías e indultos para que “el innombrable” y su séquito de prófugos puedan retornar al solar nativos, libres de polvo y paja. O aquella otra, al estilo “trumpista”, de que el golfo de Guayaquil pase a llamarse “golfo de Maduro”, intención aún no hecha pública pero que entiendo forma parte de los desvaríos del socialismo populista de los últimos años. ¡Pesadillas propias de las segundas vueltas! (O)

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