En la actualidad, en el mundo que vivimos, lleno de contradicciones y desniveles sociales, debemos reflexionar sobre sus causas y por esta vía encontrar las soluciones eficaces para garantizar un orden justo, que es el ideal fundamental de la república, que se considera como el mejor sistema de organización del estado. Ya en la antigüedad los filósofos y políticos estudiaron y propusieron este sistema fundado en el principio esencial del ordenamiento jurídico de la sociedad. Por tanto, vemos que la historia nos deja la constancia de un pensamiento, una idea superior de organización.
Hoy en día, como un dato a superar para los procesos electorales del futuro, nos encontramos más que con programas de gobierno con tantos binomios para la presidencia que en aptitud y prestancia cívica dejaron la lección de que la calidad debe ser el primer compromiso de la práctica política, entonces no deben ser más de tres y alargando hasta cinco candidaturas las que se califiquen para que el electorado decida con certeza y convicción ideológica. Tema que insisto debe ser definido por una eficaz ley de partidos políticos.
Tengamos presente que el objetivo del estado se concreta, mediante la eficacia de la administración pública, en gobernar exclusivamente en función del bien común, lo cual implica el fiel cumplimiento de los deberes sociales y el necesario respeto a las libertades personales y derechos ciudadanos.
En nuestro caso, desde la orilla populista, se propone una ley de comunicación que regule el derecho fundamental de la libertad de prensa según las premisas del modelo vigente en la década autoritaria y que se aplicó con abuso inaudito con la absurda pretensión del dirigismo y directrices inquisitoriales.
Ante ello, bien cabe recordar que no existe república sin ciudadanía libre y pensamiento crítico como fuente de progreso y justicia. (O)