Mis circunstancias y yo

David G. Samaniego Torres

Lo confieso, de entrada, para ser mejor comprendido. Ortega y Gasset siempre estuvo cerca, su pensamiento y mis cavilaciones concordaban.  Una recopilación de artículos escritos por mi, hace ya algunos años, parafraseándolo, la intitulé: Más acá de… MIS CIRCUNSTANCIAS. ¿Para qué todo esto?

Pretendo en estas líneas, juntamente con ustedes, hurgar intimidades de la vida nacional, analizarlas, sabiendo que esas son las circunstancias que modelan hoy nuestro ser y quehacer. Si en un lejano ayer pudimos ser pequeñas islas inexpugnables hoy es imposible. Los avances tecnológicos de los medios de comunicación han servido para incomunicarnos y confundirnos. Un ruido ensordecedor de instrumentos cada día de mayor impacto está en todos los medios a nuestro alcance. Somos víctimas del momento. El instante nos consume. La algarabía es el condimento. La desazón impera. Ortega y Gasset nunca hubiese denominado circunstancias a la vocinglería y banalidad que hoy nos rodean.

Cuando meditaba el filósofo español pienso que analizaba las circunstancias en torno a  su yo: la novedad por los cambios que engendraban descubrimientos; la maravilla de la palabra que era capaz de sacar lejos de la mente todo ese mundo  quieto de reconditeces desconocidas. Cuando él analizaba el lugar donde moraba, la montaña que invitaba a subir siempre más alto, el río y la lluvia que arrullaban, el campo con sus maravillas, los libros con sus tesoros de pensamientos acumulados, eran parte de sus circunstancias.  El tiempo fue para nuestro personaje lo más preciado. Ortega y Gasset tuvo el privilegio de vivir en una época propicia para el pensamiento y la reflexión; las circunstancias que él vivió fueron las precisas para el pensar profundo y reflexionar pausado. “Yo soy yo y mis circunstancias”, su marca, su sello.

¿Nuestras circunstancias? El cambio siempre fue motor de progreso y de bienestar. Las circunstancias que vive el ecuatoriano de febrero del 2025 son anómalas, nada propicias para “el pensar profundo…” Se han creado distractores, elementos que pulverizan la verdad y siembran falsedades; ciertos medios nacidos para informar y orientar se han convertido en ‘medios de incomunicación y perturbación nacional´. Se ha dejado de perseguir la verdad, de presentarla con sus causas y efectos, y, en su lugar, se difunde aquello que paga la publicidad: don dinero sigue siendo poderoso caballero. La verdad ha sido desterrada: ¿para siempre?

Nosotros y nuestras circunstancias: nuestra cruz.  ¡O tempora o mores! (O)

Dr. David Samaniego

Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. Fundador de Ecomundo, Ecotec y Universidad Espíritu Santo en Guayaquil. Exprofesor del Liceo Naval y Universidad Laica (Guayaquil) y colegio Spellman (Quito).

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