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No es tanto por darle importancia al político de marras. Pero sabiendo el bando al que se debe, vale estar en alerta.
Habla de tener una nueva Ley de Comunicación pretextando la existencia de “demasiados abusos” y de medios no comprometidos con la información, con la veracidad.
De acuerdo al susodicho, la actual Ley ya no sirve. Las reformas aprobadas durante los gobiernos de los entonces presidentes Lenin Moreno y Guillermo Lasso significaron un gran avance para el respeto a la libertad de expresión, comenzando por la eliminación de la Superintendencia de la Información y Comunicación, el epicentro de unos cuantos Torquemadas de la época, la más oscura en cuanto al ejercicio de ese respeto.
Si antes de ser gobierno -si llegaren a ganar en segunda vuelta- o de asumir una curul en la Asamblea se les vienen esos pujos, es fácil intuir de lo que serán capaces si su cofradía política retoma el poder Ejecutivo.
Entre sus planes protervos, seguramente está aprobar una nueva ley Mordaza, capaz de criminalizar la opinión ajena, enjuiciar penal y civilmente a los periodistas, arrinconar a los medios de comunicación críticos e investigativos, echar por los suelos Declaraciones, entre ellas la de Chapultepec, de la cual el país es signatario; crear nuevos entes, como lo fue la Supercom, a fin de someter, imponer reglas absurdas y convertirse en comisarios para determinar lo que es verdadero o falso, abuso, desmesura, o cualquier otra entelequia propia de regímenes totalitarios, cuya vertiente todos conocen y en dónde nomás gobiernan a punta de sables y conculcando las libertades, en algunos casos hasta la religiosa.
En la campaña de la primera vuelta nadie habló, ni nadie exigió a los entonces 16 candidatos a la presidencia referirse sobre el respeto a la libre expresión.
En esas circunstancias nadie dice lo contrario. Por eso es bueno conocer desde ya la posición de uno de los bandos políticos que pretende volver el poder. Estamos sobre aviso.