El 14 de febrero, en la Glorieta del Parque Calderón, se escenificó un evento en el que participaron cantantes locales, el más reciente medallista olímpico, familiares, amigos, curiosos, influencers, para presenciar el show montado por otro influencer, en el que simulaba contraer matrimonio con una mujer adulta mayor, bajo el pretexto de cumplirle un sueño.
Muchos dirán que no se debe hacer aspavientos sobre un acto “inocente” en el que voluntariamente han participado los protagonistas. Así podría ser si los involucrados estuviesen en igualdad de condiciones, lo cual evidentemente no ocurre.
Se vulneran derechos fundamentales de una persona adulta mayor: a la dignidad, independencia y autonomía, se la humilla, convirtiéndola en motivo de cháchara e incluso de burla, versus las vistas que ganan los videos del novio de mentira; y, de otros que también se han aprovechado, como el alcalde de Cuenca, fungiendo de “padrino” y colgando en las redes y con los logos de la ciudad su participación en el reprochable acto.
El atentado a los derechos de una persona adulta mayor no es un tema menor.
Propongo que, quienes participaron, aplaudieron y vitorearon, piensen cómo se sentirían si Marujita fuese su mamá o su abuela. Yo, indignada. (O)