Las víctimas del femicidio

Niños, niñas y adolescentes, víctimas de femicidio, sufren un drama poco visibilizado por la sociedad y el Estado.

Tras el asesinato de una madre por parte de su pareja, quedan a merced de abuelas, tías u otros miembros de la familia, cuyos roles cambian drásticamente, peor si las condiciones económicas no son las mejores.

Una orfandad no prevista sino originada por la violencia machista deja huellas psicológicas irreparables, con mayor razón si presencian el asesinato de sus madres y hasta el suicidio de sus padres femicidas.

Una información de El Mercurio delata semejante drama humano, partiendo de un femicidio perpetrado la semana anterior en la parroquia Ludo, cantón Sígsig. Un niño de apenas tres años de edad quedó huérfano.

En diciembre de 2024, la Fundación ALDEA, en colaboración con UNICEF, publicó un estudio sobre el problema, visibilizando los efectos devastadores de la violencia de género, cuya expresión cumbre es el femicidio.

Los datos recopilados entre 2014 y 2024 en varias provincias, entre ellas Azuay, permiten conocer parte de este problema social, aunque no del todo completo, precisamente por su complejidad, incluso porque las familias afectadas optan por el silencio o no recuerdan mucho.

Importa saber la edad cuando niños, niñas y adolescentes se quedan sin madre al ser asesinada por su pareja, y el estudio lo dice; pero más importante y espeluznante a la vez es enterarse de los testimonios de quienes, obligados por las circunstancias, se quedan a cuidarlos.

Esas víctimas inocentes, en algunos casos intentan suicidarse, vengar la muerte de sus madres; tienen comportamientos anómalos cuyas consecuencias podrían ser las peores; se sienten como “arrimados”, y sin un norte de vida.

Si están bajo el cuidado de las abuelas, por la edad de estas, pronto podrían quedar en la orfandad total.

¿A quién corresponde enfrentar tan agudo problema, no con palabras sino con hechos?               

REM

REDACCION EL MERCURIO

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