El Carnaval es una de las fiestas populares más tradicionales, si bien, con el paso del tiempo ha ido mutando por varias razones.
Para festejarlo, los ecuatorianos tienen un feriado de cuatro días, desde este sábado.
Son cuatro días para la diversión entre familia, amigos, sea en casa, o acudiendo a playas, a balnearios, a las riberas de los ríos, o en cualquier otro lugar escogido.
En muchos sectores del país, el llamado Jueves de Carnaval, marcó el comienzo de la fiesta, pese al duro invierno, al mal estado de las vías y a la inseguridad.
Si bien divertirse es parte del comportamiento humano e incide para, por unos pocos días, salir de la rutina, preocupaciones y problemas, conviene actuar con prudencia, tomando los recaudos necesarios para evitar contratiempos, sobre todo si la proyección es viajar a otros lugares diferentes al habitual.
Lamentablemente, en Carnaval suelen prevalecer los excesos, sea por consumo de bebidas alcohólicas, hasta de comidas – y las de esta fiesta son suculentas -, cuando no, de conducir vehículos sin respetar la Ley de Tránsito; o no ser cautos si se está en las orillas de los ríos, o se lo juega de manera grosera.
Esto no es para desanimar. Al contrario, insistimos, es para vivir el Carnaval en tranquilidad. Ojalá las noticias del miércoles se refieran al gran dinamismo de la economía, del alto flujo turístico, menos de cuántos fallecieron por accidentes de cualquier índole o de haber sido ser víctimas de la inseguridad, aunque la Policía y el Ejército darán protección.
Y para ello, Gobiernos Autónomos Descentralizados han hecho grandes inversiones para promover el turismo e impulsar la economía.
Cada región del Ecuador tiene su propia manera de festejar, sus tradiciones autóctonas, igual su gastronomía. Esto se replica en otros países, donde sus particularidades trascienden fronteras, como es el caso del de Río de Janeiro en Brasil; o el de Oruro en Bolivia.