El concepto del «Árbol de la Vida» representa el sentido de una conciencia significativa y simbólica, que refleja no solo su riqueza biológica sino también cultural, filosófica, espiritual y mítica.
La relación del ser humano con los árboles, el bosque, es por una conexión que asegura la supervivencia evolutiva común, en donde la naturaleza y los seres vivos, incluidos los humanos, somos uno.
En biología, es el conjunto de estas relaciones evolutivas entre especies desde un ancestro común.
En mitología y religión, simboliza la conexión entre el cielo y la tierra representando fertilidad, inmortalidad y crecimiento.
En la espiritualidad, el árbol simboliza sabiduría y autoconocimiento. En la cosmología andina y amazónica, son portales hacia otras dimensiones.
En la literatura, representa familia, naturaleza y vida.
La caída o la tala de árboles ancestrales definitivamente tiene efectos adversos sobre el medio ambiente, ya que estos árboles son el hábitat de numerosas especies, cuya supervivencia podría verse amenazada.
Son parte de la identidad y la historia de una comunidad, muy importantes para la investigación científica, la educación e incluso aportan al desarrollo de un turismo sostenible, contribuyendo a la economía local.
Por lo tanto, antes de proceder con la tala, o dejar que se caigan de viejos, es esencial fortalecer los procesos de inspección periódica, detectar signos de enfermedades o plagas, garantizar suficiente suministro de agua durante épocas de sequía para evitar la putrefacción de las raíces y también realizar podas en los momentos adecuados.
Garantizar políticas ambientales que vayan más allá de lo cosmético y se enfoque en su preservación, es urgente.
Hacemos un llamado a la ciudadanía Cuencana para que defendamos y cuidemos nuestros árboles, ya que son parte fundamental de nuestro patrimonio. (O)
