Honor, satisfacción, fraternidad, orgullo, etc, son las palabras de variado jaez que utilizaría en este, mi homenaje humilde que podría brindar en esta columna a mi amiga de muchos años, Rosalía Arteaga Serrano. Sin equivocación podría decir que es una de las mujeres más importantes que tiene Cuenca en el momento, pues su dilatada obra en múltiples espacios de la política ecuatoriana y desde la literatura y sus comentarios, así como en la dirección de algunas entidades de fin elementalmente benéfico, lo demuestran con holgura. Amigo desde las bancas de secundaria de nuestros colegios y siendo relativamente contemporáneos, nunca dejamos de tener una relación respetuosa y cordial y, es más, en los últimos años, un epistolario de altura y cordialidad de los muchos temas de los que podemos opinar.
Es la única presidenta de la República del Ecuador, cargo que supo desempeñar con valentía en medio de graves conflictos. No me extraña las inmensas luchas que debió enfrentar con Abdala “el loco que ama” y su gente y con el maniobrista Alarcón y la Asamblea, en una relación alejada de estas camarillas, pero digna, en los pormenores de aquella conflictiva y triste política. Vicepresidenta constitucional elegida por el pueblo, ministra de Educación, Cultura y deportes de Sixto Durán, concejala de Cuenca en la alcaldía de Xavier Muñoz. Fundó y es presidenta de la fundación FIDAL (fundación para la integración y desarrollo de América Latina) una ONG que se esfuerza por generar conciencia medioambiental, sostenible, mejorar el sistema educativo, colaborar con la democracia de varios países, a través de foros y conferencias y otros aspectos, que le convierten, con mi admiración, en una embajadora constante del mundo entero y la convierte en: como le digo cariñosamente, “terrible viajera del mundo”. Su lema dice con sobra de razones que: “la distribución desigual del conocimiento, es una de las principales causas de la pobreza”. No exagero en lo más mínimo si Rosalía está de Presidente o miembro de decenas de entidades nacionales e internacionales importantes, que recogería un pliego nombrarlas.
Ahora la Academia Nacional de Historia del Ecuador, la nombra “Miembro Honorario” con toda y plena justicia, pues Rosalía es parte de nuestra historia.
Cuenca tiene y debe entender su altura y enorme trascendencia en muchos de los campos humanos y con la humildad y sonrisa que le caracterizan y debe y tiene que hacer un homenaje grande para que su nombre quede siempre en la posteridad y legado de una mujer increíble. Te saludo con todo mi aprecio Rosalía. (O)