
Los servidores públicos están llamados a cumplir su trabajo con total responsabilidad, no únicamente dentro del ámbito de sus competencias, siendo oportunos, cordiales, transparentes, danto toda su capacidad y aportando con todos sus conocimientos profesionales y de experiencia; también demostrando una conducta ética, ejemplar y desprovista de cualquier ambición.
En vísperas del carnaval, un grupo de empleados de la Municipalidad de Cuenca, según videos difundidos en las redes sociales, protagonizó escenas de un desenfrenado juego con agua dentro de sus oficinas, al extremo de haber llevado piscinas inflables, en fin, todo cuanto les facilitara la diversión y la subida de ánimos.
Lo hicieron dentro del horario de atención al público. Como es viernes, de tarde, además; antesala del carnaval, no habrá problemas, habrían pensado previamente para entregarse al juego. En tales trances poco o nada les importó no atender a los usuarios de los servicios municipales. ¿Contaron con la anuencia de algún director departamental?
Como se vive en tiempos en los cuales la tecnología seduce para grabar videos, tomar fotografías, cayeron en esta tentación, a lo mejor para tenerlos de recuerdo. No pensaron jamás en su difusión inmediata y para todo público, realizados por ellos mismo. “El resto, ya es historia”.
No se trata de juzgar comportamientos personales. Tampoco de caer en el puritanismo.
Estaban en todo su derecho de festejar carnaval entre compañeros. Pero no en horarios de trabajo, peor dentro de las oficinas, mucho peor en la forma como lo hicieron. Hay momentos y en dónde hacerlo.
Le hicieron un “flaco favor” a la institución, a sus superiores, a ellos mismo. En tiempos en los cuales nada es secreto, la situación se agrava, y todo el mundo comenta, juzga y hasta penaliza. Por eso mismo conviene actuar con recato y decoro.
Se anunciaron potenciales sanciones, previo juzgamiento. Se debe sentar precedentes.