El 8 de marzo, en una ciudad que evidentemente ha perdido la conciencia política que algún día la caracterizó, ha tomado una fuerza voraz en un no tan pequeño grupo de mujeres, mayoritariamente jóvenes, que lleva semanas organizándose, poniendo el cuerpo y los pocos recursos que tiene, para dejar a la ciudad cubierta de violeta y verde, y con algo de conciencia feminista, bajo la consigna de que en este día las Mujeres paramos.
La rebeldía de este día es más urgente que nunca, al otro lado del continente, Trump impone una política anti científica, en donde se han retirado 8 mil sitios web relacionados a ecología, justicia social, mujeres y diversidad sexual; Google y Apple suprimen el 8M de sus calendarios, la ola fascista y libertaria quiere que los derechos ganados se archiven y que las mujeres pierdan su poder de decisión y participación, en un mundo donde esperan controlarnos estar vigilantes y rebeldes es una obligación permanente.
Sin duda habrá quejas sobre las consignas en los muros de la ciudad, el esténcil con mensajes anti patriarcales calará en el imaginario de las más jóvenes, y la alegre rebeldía dejará en el aire la idea de una batalla ganada; aunque sabemos que el camino es cuesta arriba por nuestros derechos ninguna se cansa. (O)
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