Novelerías revolucionarias 

Juan F. Castanier Muñoz

Cualquier calificativo puede utilizarse para los entremeses de esta segunda vuelta electoral, va de gustos, pero lo que si no se le puede endilgar es la denominación de aburrida. Y claro, que no va a ser aburrida si cada día hay novedades, unas ya conocidas como los insultos, las descalificaciones o las acusaciones sin sustento, otras poco conocidas, como aquellas de las redes sociales, que yo las comparo con los “ratones” de las “vacas locas”, pues causan un ruido de miedo, no tienen rumbo conocido y pueden causar lesiones al menos pensado. Además, toda esta “creatividad” de la farándula política nacional, alimentada por los extremismos, la inmadurez política y la obsesión por hacerse del poder, no contribuye, ni mucho menos, a lograr procesos democráticos serios y con norte definido. 

Lo anterior explica, de alguna manera, el planteamiento del correísmo para que la Asamblea tramite, vía enmienda constitucional, que el dólar pase a ser la moneda oficial del país, en lugar del sucre. ¡Cosa de locos! ¿Cómo el correísmo, que a través de algunos de sus más conspicuos voceros, incluido “el innombrable”, han lanzado furibundas críticas a la dolarización y, hace poco nomás, su candidato vicepresidencial ha vuelto a hablar sobre lo que él llama la “desdolarización ordenada”, presenta una propuesta legislativa para declarar al dólar la mejor moneda del mundo y sus alrededores, incluidas las cortes celestiales más cercanas? ¿Será que la asambleísta Cabezas, encargada de semejante propuesta, lo hizo por su cuenta o le mandaron a que lo haga? ¿Intentaría la asambleísta, negarse a tal encargo, después de semejantes antecedentes anotados? ¿Qué opinaría el dictador venezolano, sobre la propuesta, cuando él mismo ya sentenció que el dólar dejaría de ser la moneda oficial en el Ecuador? 

La verdad es que las novelerías, aquellas actitudes que buscan sorprender, aquellas propuestas que persiguen lograr adeptos a fuerza de golpes de efecto, pero que no tienen en cambio basamentos sólidos, casi nunca tienen buen fin, peor aun cuando el objetivo es ganar las elecciones, ¡a como dé lugar! (O)

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