La Revolución Ciudadana ha comprendido que para obtener resultados distintos no puede seguir haciendo lo mismo. Carga con el peso de dos elecciones perdidas en segunda vuelta, en gran parte porque no ha logrado romper la hegemonía del anti-correísmo. Sin embargo, en esta ocasión, esa polarización se agotó en la primera vuelta, lo que obliga a los movimientos políticos a adoptar una estrategia de precisión quirúrgica ante la escasez de votos disponibles.
Un primer intento de cambio se evidenció en las semanas previas a la primera vuelta. La comunicación digital se tornó más dinámica, personalizada y renovada. El discurso adoptó un tono más emotivo, con énfasis en la representación de las mujeres y la clase trabajadora, sectores naturalmente afines a la Revolución Ciudadana. Durante la recta final, lograron competir de igual a igual en el fervor electoral, contrarrestando parcialmente el tono triunfalista de ADN.
En política, la estrategia no solo se define por lo que se hace, sino también por lo que hace —o deja de hacer— el adversario. Ante el silencio de Daniel Noboa la noche de las elecciones, Luisa González se convirtió en la única voz visible en el escenario político inmediato.
El siguiente frente de batalla es la agenda pública. Las críticas a la Revolución Ciudadana por su discurso sobre la dolarización quedaron opacadas por denuncias de corrupción en el gobierno de Noboa. Las irregularidades en la contratación de chalecos para los militares y la cuestionada adjudicación del campo Sacha fueron puntos en los que la narrativa resultó perjudicial para el oficialismo.
El correísmo decidió dejar de presentar una candidata para, en su lugar, ofrecer a los electores la imagen de una presidenta. La gira internacional de González —su presencia en la toma de posesión del presidente de Uruguay, la visita a Pepe Mujica y la reunión con el presidente de Brasil, Lula da Silva— buscó proyectar solidez y liderazgo dentro de un discurso que apelaba a la unidad. En este mismo marco, se enmarca su reunión con el embajador de Estados Unidos. Mientras tanto, en Ecuador, los líderes locales de la Revolución Ciudadana se activaron para enfrentar la crisis invernal y presionar ante lo que consideran deficiencias en la gestión de Noboa.
El más reciente movimiento ha sido la adopción de una postura más conservadora sobre los protocolos educativos en temas de diversidad sexual e identidad de género. Con ello, González busca atraer al electorado más tradicional o, en su defecto, desmovilizar parte del voto de su contendor. Sin embargo, el riesgo de que estas acciones sean interpretadas como un giro oportunista —o incluso como una instrumentalización de la religión en política— podría hacer crecer el voto nulo, con un desenlace incierto. (O)