Tala

Los nativos de esta ciudad bellísima que es Cuenca, no valoramos, por verlo todos los días, el paisaje idílico que nos regalan sus 4 ríos y riveras, que, con el paso del tiempo y a pesar del crecimiento demográfico, se respetaron y mantienen pristinos y bullangueros. En mi peregrinar por el mundo, nunca vi regatos de montaña tan llenos de vida y cuidados. Existen ríos famosos, claro, pero muchos embaulados y hermoseados por obras de ingeniería, más nunca como los nuestros, que los únicos ingenieros son sus ondas, espumas y salpicaderos en piedras milenarias.

Fuimos golpeados pocos días atrás por una noticia truculenta y del todo lamentable. Dos niños que estaban con sus familias en un picnic, murieron al venirse al suelo un monumental árbol de eucaliptus centenario que los aplastó. Sin duda una enorme preocupación de las autoridades, pues tenemos a todo lo largo de nuestras idílicas riveras, viejos, viejísimos testigos de el paso del las aguas y el tiempo que son los eucaliptus tutelares. Sin duda debemos tomar actitudes ante esto, pero con un gran cuidado y criterio técnico. En estos días al caminar por estos lugares que son casi mi costumbre diaria, vi como la feroz motosierra y su estridencia, tiró por los suelos algunos centenarios amigos, convirtiéndolos en leños de fogones. Si los estudios fueron correctos y se previene así nuevos lamentables accidentes, en buena hora, pero mucho me temo que están exagerando, pues también mire los enormes muñones de los árboles tumbados, sanos y vitales sin riesgos de precipitarse. Obstaculizar algo que es una necesidad dentro de la vida ciudadana y con el dolor grande que eso implica en mi alma y memoria, solo observo la necesidad de ser cuidados y hacer lo mínimo indispensable con estas talas emprendidas. La vida de los cuencanos debe y tiene que ser protegida, si Sr, pero la vida de nuestro incomparable entorno de una belleza sin parangón en el mundo, también.

El Municipio tiene personal muy preparado en todo lo que es cuidados de parques y jardines. Estos árboles centenarios son parte de nuestra historia y un pecado sin nombre llegaría a ser, tumbar los árboles centenarios de nuestro parque central. Pues llegan a ser y sin eufemismos, nuestros abuelos queridos y visitados.

Solo pido cuidado. Que nos se vaya la mano en buscar un remedio cuando estamos sanos. Hacer lo estrictamente necesario y nada más, respetando la vida y nuestro maravilloso entorno. (O)

Dr. Aurelio Maldonado

Médico otorrinolaringólogo. Profesor universitario. Presidente de varias instituciones y de Congresos. Escritor.

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