John Dewey dijo que la democracia no es solo una forma de gobierno, sino un modo de vida. Se trata de una experiencia colectiva que hacemos posible, como es obvio, en comunidad. Pues bien, la democracia como forma de vida está en riesgo de desaparecer por la conducción fallida de la democracia desde una visión política pervertida en la lógica electoral, cuyo propósito ha olvidado el bien común. La democracia no puede reducirse a un concurso de carreras, eso es propio de una visión simplemente estúpida, el mismo simplismo que maneja la propaganda. Para Dewey la democracia es un proceso de aprendizaje que básicamente ocurre en el debate y la deliberación de ideas, es decir, es un ejercicio de razón que incluso nos permite aprender del oponente y con ello, nos beneficiamos todos porque irremediable debe llevarnos a la autocrítica, a la reflexión y al afinamiento de las perspectivas. Esto es imposible dentro de una cultura política enmarcada en el timerde la comunicación masiva. Pero en una democracia deformada por las ansias de ganar, ocurre lo contrario. El oponente siempre está equivocado. Y esto no conduce a la polarización como repiten irreflexivamente tantos “expertos”, esto conduce a la fragmentación social, cuyo paroxismo llega al asco y al odio del contrario. Una locura. Es responsabilidad de una intelectualidad ética, dejar de repetir los lugares comunes (enmarcados en la misma lógica de la ganancia, el prestigio, etc.) y aportar efectivamente a la reconstrucción de la cultura democrática. (O)
Dr. Sebastián Endara
Ph.D. Quito, 1978. Ensayista, poeta, docente universitario. Especialista en Pedagogía política y pensamiento social. Editor en Jefe de las revistas científicas de la Universidad Católica de Cuenca.
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