Los miedos en torno a Daniel Noboa o Luisa González marcarán, en gran parte, la decisión de los electores, cuando deban elegir a él o a ella para dirigir los destinos del Ecuador.
Son parte de la estrategia electoral. Tampoco son ninguna novedad aquí o en cualquier parte del mundo.
No está muy distante la elección de Donal Trump, contra quien se urdió una cantidad de temores sobre lo que haría en caso de ser electo presidente de Estados Unidos. No solo casa adentro, sobre todo en política internacional, fundamentada en los intereses geopolíticos y económicos del gran gigante.
Al final, los miedos no surtieron mayor o ningún efecto. Y ganó, ganó ampliamente. Su proyecto de volver a hacer de Estados Unidos, una vez más, un país grande, caló muy hondo. Pegó más este mensaje en el electorado, hasta entre los emigrantes, que los temores lanzados en su contra como que le fortalecieron o le victimizaron. Que ahora haga lo que está haciendo, comenzado por la guerra arancelaria o demostrando su xenofobia más rancia, es otra cosa.
En el caso ecuatoriano son tantos los miedos de parte y parte, que los electores, a lo mejor se confundan, explosionen y pierdan su capacidad discernidora.
Las redes sociales, cuándo no, son el espejo en el cual se miran los temores, redirigidos entre los dos bandos identificados sea con Noboa o González, lo que aumenta la polarización.
No hay duda de que el miedo lanzado contra González, es que en su eventual gobierno la dolarización se irá por el caño, con mayor razón sin hay antecedentes, grabados y escritos, sobre que esto ocurrirá. Entonces, ¿solo es un miedo o una certeza?
Otros temores giran en tono a perpetuarse en el poder, a que ella no será más que el brazo ejecutor de Correa, a que su organización, posiblemente, tenga nexos con la delincuencia organizada, a que será una aplicada fiel del totalitarismo. A que echará mano a las reservas internacionales. En fin…
Contra Noboa, miedos y acusaciones. Que durante su corto gobierno el crimen organizado prevalece, en especial en lo que va de 2025; que su política es privatizadora, pro minera, que prefiere que la macroeconomía esté bien, no así la inversión en obra pública o en servicios como salud. En fin…
Miedos mediáticos. ¿Cuánto influirán en el electorado, en especial entre quienes anularon su voto, y Noboa y González los quieren? ¿Los disiparán durante el debate?
El elector no podrá llevar su celular cuando vaya al biombo, pero sí los miedos, y estos, posiblemente le induzcan al momento votar, menos por propuestas en pro de un proyecto de país mirando el horizonte, que no las hay. (O)