Luego de la segunda guerra mundial se estableció un sistema bipolar de influencias y de organización internacional, el muro de Berlín y la Cortina de Hierro separaban a los estados de carácter democrático y Liberal frente a los organizados según el modelo totalitario. EEUU y Europa occidental de un lado y la URSS con la Europa oriental del otro lado, dejando en claro que no cabían expansiones territoriales de los estados respectivos. Por eso, hasta la caída del muro de Berlín y el colapso de la URSS con la Perestroika el sistema bipolar fue la tónica con la guerra fría y de por medio contar los minutos de un apremiante cálculo de intereses dominantes. 1945 a 1990 la democracia se tornó el modelo a construir.
La globalización vino como la égida de un solo sistema, que admite variantes y mixturas hasta que no infrinja la línea roja de la conveniencia del poder dominante.
El capitalismo en su formulación liberal con sistemas democráticos de gobierno en el mundo occidental, EEUU, la Unión Europea, gran parte de latino américa, menos la Cuba castrista desde 1959, las décadas de las dictaduras aberrantes de Centroamérica y Venezuela, luego las peculiares al cono sur o los diferentes países de esta región caracterizada por la inestabilidad institucional y, más allá, las conmociones del África insurgente, los ayatolas y tiranos islámicos, Oceanía asumiendo su soberanía, la China autoritaria con su despertar del dominio maoísta para iniciar el camino capitalista rivalizando con Japón, igual Rusia, atrapada por la autocracia de data zarista.
En estos días, parece que impera el desorden mundial para que un nuevo proceso de organización mundial llegue a constituirse con grave deterioro de la democracia que es corroída por las prácticas políticas de corte populista y dictatorial.
En este cuadro dantesco, los Putin, proliferan por aquí y por allá, en consecuencia, abril es clave para rescatar la democracia como nuestra forma de vida. (O)
