Indio de pies a cabeza, como él mismo se reconocía. Líder absoluto de la Revolución Liberal, luchador incansable ante la prisión, el destierro y las traiciones innumerables; gobernante sereno y decidido, que supo conducir a su nación, durante su trance más oscuro, hacia un resurgimiento moral y material. Él sería quien traería el progreso a manos del Estado laico, la creación del Registro Civil, la instrucción laica y gratuita, la nacionalización de los bienes eclesiásticos (los “bienes de manos muertas”), la ley sobre la libertad de cultos, la libertad de expresión y la libertad de prensa, colocando al país entre las naciones civilizadas del mundo.
Pero no fue fácil. En el camino tuvo que enfrentar a una rancia oligarquía terrateniente inmensamente poderosa junto a una estructura clerical que cooptaba el poder público estatal, regía sobre la educación y se había enriquecido delirantemente durante siglos con la venia de los gobiernos conservadores; y que, finalmente, terminó por provocar una sangrienta guerra civil, que pasó a la historia como la Guerra de Reforma.
¿Sabe Usted de quién estamos hablando? Supongo que estará dibujándose ya en su memoria la figura del mítico Eloy Alfaro, y tendría razón. Pero no. Esta vez hablamos de otro gigante cuya lucha e historia son asombrosamente semejantes a las de nuestro Viejo Luchador. Estamos hablando su hermano masón y su par a los ojos de la historia: estamos hablando de Benito Juárez, presidente de la República Mexicana entre 1858 y 1872. Ese que supo sostener los principios sagrados del liberalismo y defender, en el heroico Puebla de Zaragoza en 1862, la soberanía de su patria cuando la potencia extranjera invadió el suelo de sus ancestros e impuso un monarca extranjero en la aberrante figura del emperador, el archiduque Maximiliano de Habsburgo.
Figura mítica del liberalismo, que vendría al mundo un 21 de marzo como hoy, hace 119 años. Una figura que todos los que nos reconocemos como liberales y alfaristas, deberíamos honrar y recordar. Alfaro y Juárez, líderes hermanos de naciones hermanas que comparten esta historia común con olor a pólvora y tierra mojada.
Ojalá podamos recordarlo, ahora más que nunca… (O)
@andresugaldev
