Tengamos mucho cuidado

Bridget Gibbs Andrade

La gente pensaba hace décadas que ante las crisis quizá el socialismo era la solución. Se lo veía como un sistema ecuánime que redistribuía la riqueza y desconcentraba el poder para que las mayorías disfrutaran de las oportunidades que solo estaban disponibles para las minorías.

Sin embargo, hoy se ha comprobado hasta la saciedad que los gobiernos socialistas han fracasado en todo el mundo y que, lamentablemente, se han convertido en la argolla en la que se enganchan los populistas que se hacen llamar revolucionarios del siglo XXI.

Como ejemplo bastan tres botones como Nicaragua, Cuba o Venezuela en los que el Estado totalitario controla los medios de comunicación y producción y pretende, de cualquier modo, someter a los ciudadanos a un igualitarismo inexistente en el que los dirigentes del partido de gobierno son los únicos que viven bien. Al socialismo nunca le ha convenido que la gente salga de la pobreza y prospere. Su misión de vida es mantenerla ignorante y necesitada.

Lo que sucedió en el país desde el 2007 hasta el 2017 fue una dictadura populista disfrazada de democracia, en la que se imponía el interés del caudillo a cualquier precio. Lo más grave de todo esto fueron las facilidades y la apertura que dio el prófugo de Correa a que el narcotráfico eche raíces en el país. Si no, ¿por qué en las cárceles en donde operan los grupos de delincuencia organizada ganó con el 90% la muñeca de la mafia?

Si en un caso hipotético se asignara la votación de Díaz Canel y sus esbirros, la de Ortega y su esposa, la de Maduro y sus sectarios y la de todos los países latinoamericanos bautizados como socialistas, de seguro se iría para la candidata de la RC5.

Los socialistas revolucionarios no dan respiro. No hay día en que no aparezcan asociados a peculados, extorsiones, narcotráfico y un sinnúmero de delitos más. Si regresan al poder, tengan por seguro que no respetarán los cuatro años de mandato constitucional, pues su costumbre es eternizarse en el poder a como de lugar cambiando autoridades, reformando leyes para su beneficio y cometiendo atrocidades como sucedió en el gobierno de la actual RC5 que incluyeron secuestros, asesinatos y una represión encarnizada a todo el que osara pensar diferente al tirano.

El ejemplo lo tenemos en países hermanos. Tengamos mucho cuidado. Cualquier gobierno se irá en cuatro años; pero el de los revolucionarios del siglo XXI, se quedará hasta el día del Apocalipsis. (O)

Lcda. Bridget Gibbs

Periodista y escritora. Norteamericana de nacimiento, pero cuencana de corazón. Radicada en Cuenca desde hace 45 años. Lleva una década colaborando con la página editorial de El Mercurio.

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