En esta columna escribí hace algunas semanas un artículo llamado “Súper blue” de vacaciones en el cual se pronosticaba que Augusto Verduga saldría del país para no volver, como consecuencia de la incautación de los celulares del ex miembro del CPCCS.
Los chats encontrados revelan una poderosísima fuerza de delincuencia organizada, en la cual los actores al más puro estilo de la mafia usaban frecuentemente el “alias” característico del lenguaje policial, para referirse “al apodo o sobrenombre de los delincuentes”. Era clara la estrategia de la liga azul; se preparaban para direccionar a ciertos “amigos” de la RC al mando de instituciones como la Superintendencia de Bancos, Consejo de la Judicatura, Fiscalía, entre lo más apetitoso, y con esto controlar el país. La estructura de intervención en la banca les interesaba sobremanera para hacer funcionar a la lavandería; en esta entidad, desacatando las decisiones tomadas por el propio CPCCS con la anterior estructura de mayoría, no reconocieron al Superintendente nombrado, Roberto Romero Von Buchald, tratando de oficializar a Raúl González Carrión, amigo y compañero de aventuras.
Para conseguir este propósito, la trama estaba clara. Necesitaban de la repudiable mayoría de la Asamblea Nacional para sacar al “estorbo” de Juan Esteban Guarderas, y la complicidad de la presidente interina Esther Cuesta para dilatar la posesión de Romero.
Cualquier ciudadano sabe para qué sirve el correísmo: con esta serie de artimañas han pretendido tomarse todos los poderes del Estado, pues la frase del orgánico operador de la RC en tierras ecuatorianas Andrés Araúz es concluyente:” Hay que agarrar lo que hay”.
El otro de la liga azul, Eduardo Franco Loor, trató de escabullirse de la manera más sencilla. Intentó entrar a la tierra gringa, a la cual ideológicamente detesta, con gorra y barba poco poblada. Él sabía de su comparecencia a la fiscalía, pero pretendió hacerse el vivo, huyendo del Ecuador primero hacia los EEUU, y luego de haber sido inadmitido, pretender volar a Colombia, para terminar en una clínica de Guayaquil aduciendo enfermedades preexistentes. Alias “justiciero” otro de los operadores duros de la liga azul esperará en Ecuador el desenlace de esta investigación muy bien denominada por la fiscalía como Liga2.
La mejor calificación para ellos es autodefinirse como “perseguidos políticos”, víctimas del “forjamiento de pruebas” tal como declara Verduga desde su autoexilio; su ilusión es que la gente los vea como víctimas de un “sistema cruel” con impedimentos para consolidar sus trapacerías. La RC, tiene una estructura organizada para el mal, en la cual circula mucho dinero, amenazas, y ofrecimientos sin sustento; el correísmo desafía varios frentes delicados de sortear que se van generando en cascada como producto de sus propias decisiones, apartadas de la lógica y las buenas costumbres, las cuales sumadas a la ya declaración oficial de la desdolarización de la economía ecuatoriana por parte de varios actores pesados de su aparataje político, muestran un escenario muy complejo para llegar a Carondelet. El pueblo ya no come cuento. (O)