
Cuanto se comente, tergiverse o se invente, se hagan memes, lo digan los analistas, se compare, se niegue, serán la tónica, al instante, sobre el debate entre los presidenciables Daniel Noboa y Luisa González a realizarse este domingo.
Todo eso y mucho más se verán en las diversas redes sociales. A través de ellas interactuarán sus partidarios, amigos, enemigos, adherentes, los ejércitos de troles y opositores.
La audiencia se fijará en cómo llegarán vestidos, en cómo responderán las preguntas, las repreguntas, los ataques (si los permiten); en el aplomo para argumentar sus propuestas, las réplicas y contrarréplicas.
Cada cual declarará ganador al candidato de su preferencia. Es la parte final de aquel ritual, apuntalada luego con el posdebate, otra fase de la discusión no menos importante.
Si el debate, como dice el CNE, servirá para emitir un “voto informado”, es mucho pedir; igual si tendrá impacto en la decisión de los electores, muchos de los cuales ya sabrán por quién hacerlo, y difícilmente lo cambiarán.
Ambos candidatos llegan con puntos a favor y en contra. Entre ellos la dolarización, acaso el más neurálgico como para inclinar la balanza a favor de uno u otro; el caso Ligados, la lucha contra el crimen organizado (los resultados), la fallida adjudicación del campo petrolero Sacha, el caso Petronoboa, posiblemente similar al caso Triple A, la compra de chalecos.
Esos temas, entre otros, han servido para el mutuo descrédito.
Bajo semejante tamiz están los cinco ejes temáticos determinados por el CNE: Educación, Salud y Seguridad Social, Criminalidad y Seguridad, Economía y Empleo; y Gobernabilidad.
La sagacidad de la moderadora permitirá conocer silencios y entretelones guardados por los debatientes.
Dada la estrechez de los resultados en la primera vuelta, bien podría, uno de los dos, como en la hípica, “ganar por una nariz”, con cuya posibilidad arrancarán mañana la campaña electoral.