Sin que la ONU pueda hacer nada significativo peor la OEA en cuyas motivaciones fundamentales se encuentra el postulado de los derechos humanos como su eje conceptual encontramos que las formas autoritarias del ejercicio del poder estatal se afianzan y el postulado del estado liberal se contrae, no precisamente porque el socialismo, su antítesis económica gana terreno, cuanto porque la autocracia, como ejercicio del poder, se expande de forma invasiva.
Y, ¿qué es la autocracia? En términos objetivos según la Real Academia de la Lengua Española es la “Forma de gobierno en la cual la voluntad de una sola persona es la suprema ley” es igual que una dictadura, nada de principios jurídicos ni teorías políticas, más bien es la ejecución real del dominio estatal de una persona coadyuvada por un conjunto de adláteres y un sector interrelacionada por intereses de orden corrupto de concentración del poder público, con el control vertical de la sociedad y de sus diversas actividades, incluso las económicas, para lo que aún se utilizan los mecanismos de participación democrática con impudicia y cinismo total.
Este proceso viene de lejos en el tiempo y puede hacerse con una marca supuesta, por ejemplo, el Estatismo totalitario del soviet en la URSS o el Nacional socialismo alemán, el fascismo como el maoísmo de China, las satrapías dictatoriales de Trujillo, Somoza o Batista y luego el castro comunismo mediante el Socialismo del Siglo XXI: Chávez y Maduro en Venezuela, Ortega y Murillo en Nicaragua, Correa y sus seguidores aquí mismo; el toque ideológico es solamente la marca del producto para ilusionar vía retórica demagógica, y que se impone hoy en día, no por la acción armada sino por las ofertas incumplidas de procesos fraudulentos.
El resultado es el mismo: la toma del poder total al servicio de autocracias dictatoriales y dinastías vitalicias, en otros términos, de colusiones arropadas políticamente. (O)
