La crisis de la democracia es la que ha permitido la incursión en la política de demagogos cada vez más audaces, más vanidosos, más autoritarios, que aniquilan las libertades, y dejan a sus países en la ruina económica, política y social.
Las raíces del populismo son profundas y dejan huellas duraderas. Tienen su origen en la decepción e indignación de las promesas políticas que no se han cumplido, y en la corrupción de los funcionarios que se suceden en el saqueo de los recursos públicos.
Los caudillos populistas no tienen una ideología definida, juegan a la izquierda o a la derecha, al capitalismo libertario o al socialismo moderno, pero se basan en la excitación de sentimientos nacionalistas y pasiones.
Bajo la tutela de los caudillos populistas emergieron desde las sombras líderes y lideresas, deidificados, únicos e irremplazables, fabricantes de verdades, dilapidadores del erario público, hacedores de enemigos, ilusionistas convertidos en presentadores de la POLITICA DEL ESPECTACULO, expertos en atolondrar con propaganda a los pueblos.
Los líderes populistas y corruptos se van patéticos y solitarios, dejando un legado de crisis económica, política y social. Abandonan el poder cubiertos con el tenebroso velo de la impunidad, las fortunas mal habidas y la de los roedores que medraron a sus pies, la de ellos y su descendencia.
Si bien algunos gobiernos populistas han concluido sus mandatos, el fenómeno del fantasma del populismo está presente y en búsqueda de la menor oportunidad para hacer de estos países mal desarrollados tierra fértil; donde rebroten esos postulados inundados de disparates que cada vez más nos hunden en la pobreza y en el atraso.
La consecuencia de la situación antes descrita, está a la vista: los pueblos, cuya mayoría de habitantes padecen hambre, desempleo, injusticia social y viven dotados de un analfabetismo político tenaz, se entregan ingenuamente en manos de caudillos charlatanes de diversos colores, megalómanos expertos en el engaño y la publicidad, que terminan inevitablemente en el autoritarismo y la corrupción.
En el caso del Ecuador, el FUNESTO populismo correísta que tanto daño causó a nuestro país, quiere volver al poder con la ingente cantidad de recursos económicos usurpados, designó a Luisa González “rana René” como su títere quien, está en plena campaña electoral, esperando “GANAR” las elecciones para traer desde Bélgica al “ají con mote”, el jefe de la más grande banda delincuencial, que haya emergido de las entrañas de nuestro Ecuador.
Me pregunto: ¿Cuál será el destino de nuestro Ecuador de continuar bajo la férula del nefasto y fúnebre correísmo, como de la narcodelincuencia?
La crisis de que afecta a nuestro país, no sólo es económica y política, sobre todo es de descomposición ética y moral. (O)