La conciencia femenina es un concepto que va más allá de la idea de género (femenino o masculino). Se refiere a las cualidades receptivas, creativas, emocionales y de intuición que pueden estar presentes tanto en hombres como en mujeres. Es una energía que no es exclusiva de nosotras. Es la capacidad que tenemos los seres humanos para cuidar, nutrir y conectar.
Saber valorar y reconocer esta energía en todos y en todo nos permite aportar indiscriminadamente al crecimiento de una sociedad más armónica, solidaria y equilibrada.
La solidaridad y el apoyo mutuo entre mujeres; es un ejemplo, de esta conciencia femenina que nos ha impulsado a lo largo de la historia a lograr un sinfín de transformaciones y cambios que se han reflejado positivamente en la sociedad, en la comunidad, en el respeto al entorno y por supuesto, en la capacidad de amor incondicional a la familia.
Cuando las mujeres trabajamos juntas por el bien común, lo hacemos con una visión conjunta, sin ego ni ambición personal. Nos unimos por justicia, sin importar ideología, raza, creencia o género. Nuestra voz poderosa refleja nuestra capacidad de expresarnos, movilizarnos y participar.
Es fundamental impulsar las acciones y procesos de personas que muestran una disposición para reconocer esta capacidad humana en las diferentes actividades de la vida, tanto a nivel personal como profesional, social, político, etc. por cuanto, esto nos permite desarrollar potencialmente una aptitud de resiliencia y liderazgo, aspectos determinantes, para combatir al autoritarismo, a la discriminación, a la desinformación, a la injusticia social o la desigualdad de oportunidades.
“Un cambio no ocurre de la noche al a mañana, sin embargo, cada acción cuenta y vale.” (O)