
En antaño cuando todo era distinto era lógico que el hombre se haya encontrado restringido en sus conocimientos. Ahora, en el cambiante a mundo en el que vivimos el hombre no puede darse “el lujo de ignorar conceptos nuevos”.
La lectura, a lo largo del tiempo y del espacio, ha sido el recurso más valioso para asimilar y adquirir conocimientos. Desde la invención de la imprenta por Johannes Gutenberg, hace 500 años, la reproducción del libro adquirió dimensiones gigantescas.
La masificación del libro, la edición de periódicos y la publicación de textos contribuyeron al acceso del conocimiento y desarrollo de la sociedad.
Aún más importante fue el impacto que generó la lectura en la mente permitiendo el exitoso funcionamiento cerebral, siendo además fuente de expansión y distracción de ricos y pobres. Pero con la aparición de los medios masivos de comunicación visuales, la sociedad se fue alejando de la lectura. Este problema debe preocupar a la población debido a sus graves consecuencias. Hay dificultad para captar lo que se lee porque disminuye la capacidad comprensiva.
La motivación del gusto por leer estimula la capacidad de imaginación.
Padres de familia y profesores son los primeros llamados a motivar la lectura en la niñez y juventud cuidando que cada detalle no sea percibido como una obligación sino por el contrario de agrado y deleite.
El amor a la lectura promueve el progreso y la libertad. “La lectura no es una moda, es una forma de felicidad”. (O)