Los “amoríos” entre los populismos de izquierda, ciertos sectores de la dirigencia indígena y los partidos de izquierda no son nuevos en el Ecuador. Baste recordar, sin irnos muy atrás en la historia, que Lucio Gutiérrez y su partido Sociedad Patriótica ganaron las elecciones presidenciales en el 2002 justamente en alianza con Pachakutik-Nuevo País (listas 3-18) y apoyos en la segunda vuelta como el de la UNE nacional, manejada por el MPD, y que, en la Asamblea Constituyente de Montecristi (2007-2008), armada por el correísmo, la mayoría oficialista se completó, asimismo, con el apoyo de Pachakutik y el MPD. Así es que, lo sucedido hace pocos días, en que la candidata presidencial correísta ha tenido que viajar a Tixán, en la provincia del Chimborazo, para recibir de parte de dos dirigentes indígenas las 25 exigencias de “su” movimiento, no tiene por qué llamarnos la atención. No se trata sino de un “amorío” más que, en caso de llegar al altar, terminará como terminaron las aventuras anteriores.
Lo que si resulta nada convincente es que, tratándose de un “acuerdo programático”, como ciertos voceros de uno y otro lado promocionaron el evento, no haya existido ninguna discusión ni mesa de trabajo que haya permitido cristalizar alguna forma de “acuerdo”. Lo que se ha dado, en términos prácticos, es la entrega de una especie de “pliego de peticiones”, que, de cumplirse, ojalá en un 20%, convertirían al Ecuador en el “edén de América”. A más de que, para aumentar el desconcierto, don Iza jamás mostró sus narices en la reunión. Una pregunta me exime de mayores comentarios: ¿qué hubiera pasado, si envés de la ausencia de don Iza, la que habría faltado a la reunión hubiese sido la candidata González, y, en reemplazo de ella hubiera enviado a un par de sus asambleístas estrella para que reciban el ya famoso “pliego de la felicidad”?
En política, la mejor estrategia es prevenir o evitar los desaires, porque cuando ellos se dan, generalmente son difíciles de remediar y suelen tener costos impredecibles, ni se diga si suceden a las puertas de las elecciones, ¡y ahora ya sin celulares para tomar “pictures”! (O)